jueves, 11 de enero de 2024

Arantxa.


¿De verdad creías que me iba a olvidar de ti?. Espero que no, porque, de lo contrario tendríamos unas palabritas. Y es que hace unos pocos días escribí algo para tu hermana aprovechando que la había visto, y me prometí que también haría lo mismo contigo.

 No por nada. No por cumplir la cuota que a día de hoy parece ser necesaria e incuestionable para quedar bien, sino porque para mí sois mis sobrinas favoritas, pese a quien pese y/o opine lo contrario.

Yo no me veo en la necesidad de dar explicaciones a nadie.

Mi Arantxi es caso aparte. Cariñosa y mimosona a más no poder; al menos conmigo, que con su novio-amigo-fuerte ya no quiero entrar en detalles, cuanto menos escabrosos. Como iba diciendo, es curioso y, a la vez me resulta muy reconfortante, el hecho de que demuestre tanto cariño cada vez que me ve y me llena de besos y abrazos.

Es, salvando las distancias con Yoli, otra forma de ser, de expresar el mismo sentimiento pero de forma distinta. Cada uno somos de una manera, y eso es difícil, cuando no imposible, de cambiar. Y me gusta, no lo voy a negar. Me siento importante y querido. Orgulloso de tener unas chicas que me transmiten todo su afecto, su cariño, su verdad sin tapujos. Y soy el más feliz del mundo.

Arantxa es, diría yo, la antítesis deYoli. Más temperamental, más de hacer las cosas desde las tripas –en eso se parece a mí- sin pensar más allá de lo que en realidad quiere transmitir; simplemente lo suelta y ya está. Que cada uno lo tome por donde quiera.

Viéndola tratar con su madre, al igual que me pasaba con Yoli, siempre me pareció un poco agobiante -no te enfades-, porque era tal la dedicación que podía resultar excesiva. Y era, ni más ni menos, que amor sin medida, aunque a veces pueda superar al que lo recibe, pero que demuestra entrega total.

Conservas -muchas gracias- una foto que te hice de cuando eras pequeña, y me parece que estás tan orgullosa de cómo quedas, que la tienes en tu perfil de mensajería. Esta misma mañana te he pedido que me la enviaras, porque también a mí me ha gustado siempre y no la tenía. Ahora ya es mía, y la guardaré con cariño.

Hoy, adicionalmente, es tu cumpleaños, y de ahí que quiera aprovechar la ocasión para escribirte estas sentidas letras que salen del fondo de mi corazón, como cada cosa que escribo. Y lamento que, a lo mejor, o a lo peor, no queden tan bien como me hubiese gustado; que uno no está siempre en su momento más brillante ni inspirado, y unas cosas quedan mejor que otras.

Pero lo importante, al menos para mí, es intentar transmitir lo mucho que te quiero y te valoro, no ya como familia, sino como persona, con tus virtudes y tus faltas, con tus contradicciones y tu actitud. Con tu genio –no lo pierdas nunca-, que pueda ser modelado, o no, que eso dice mucho de ti, y con tu manera de estar, distinta y única, como debe de ser.

 Con tu personalidad.

Sabes lo mucho que te quiero, o deberías saberlo, pero por si acaso te lo recuerdo. Estoy muy orgulloso de tenerte como sobrina o, aunque no fuera así, por haber tenido la oportunidad de conocerte y cruzarme en tu camino. Una persona excepcional.  Eres un amor. Sigue así, por favor, porque si cambias no te reconoceré. Y no quiero.

La próxima vez que nos veamos no hace falta que me hagas mucho la pelota por haberte escrito eso. Solamente espero que me sigas queriendo como hasta ahora. Como yo te quiero a ti.

No necesito más.

Tu tío.

-Migue-


sábado, 2 de diciembre de 2023

Yolanda


Yoli es la dulzura.

No encuentro una palabra más adecuada para empezar esta carta que esa, porque es lo que siento, lo que me transmite cada vez que la veo, que la oigo.

Podría parecer mentira viniendo de donde viene, de sus padres, tan distintos el uno del otro y, a la vez, de ella, porque los caracteres, los estilos, la manera de actuar y de comportarse es completamente diferente. Y no sirve esto para desprestigiar a nadie; todo lo contrario; lo que pasa es que a cada uno se le quiere de manera distinta.

Yoli es sosegada, ponderada en el habla, tranquila, cariñosa a más no poder, pero con una manera de expresar su cariño de un modo diferente a los demás, o  al menos, así lo veo yo. Preocupada siempre por los demás; a veces diría que en exceso, como le pasaba con su madre, con mi querida Charo, pero ahí está cuando la necesitas, cuando una palabra de apoyo tiene más valor que un beso, que un abrazo.

Porque ella es así, y así la valoro. A cada uno lo suyo, sin menospreciar las formas, sino el resultado; de modo que, cuando la veo, como el último día que nos encontramos en la calle, sabe transmitirme el pesar que siente por mi reciente dolor. Y no hace falta mayor demostración que el ver en sus ojos la verdad de lo que está diciendo sin palabra. O con ellas.

Recuerdo el día que, siendo todavía novio de su tía, de mi querida Montse, vino con nosotros a visitar a mi familia. Una niña que llamaba la atención por lo bonita que era –que todavía lo es- y que llenaba de orgullo a su tía y a mí el poder presentarla ante los demás.

Ahora, con el pasar de los años y, tras muchas dificultades, ha llegado a un momento en el que está asentada como mujer, como persona autosuficiente que no necesita de nada ni de nadie para afrontar la vida que tiene por delante, a pesar de que, por el camino, hayan surgido varios inconvenientes. Nadie dijo que esto iba a ser fácil. Pero ella sigue adelante a pesar de todo.

Tengo más sobrinas porque, como se suele decir en mi casa: “Si familia has de tener, de parte de la mujer”, y, en mi caso se cumple el viejo adagio, de modo que hay una superioridad manifiesta de mujeres que de hombres, que no hay ninguno, a menos que se cuenten las parejas correspondientes. Pero, continuando con el tema, no todas merecen el mismo tratamiento por mi parte; sin que eso sea dejar de quererlas, aunque, eso sí, de manera muy distinta. Y no me avergüenzo al decirlo.

Yoli no es de mucho contacto físico. No me importa. Y eso que yo soy todo lo contrario. Me gusta mucho que me toquen y tocar. En el buen sentido de la palabra, que, a día de hoy debo de tener mucho cuidado con lo que digo y lo que hago. ¡No vaya a ser….!. Cada uno es como es y nada puede reprochársele; muy al contrario, porque si todos fuésemos iguales sería, cuanto menos, aburrido. Y con esto no quiero pretender que, cada vez que me encuentre con ella, se eche literalmente en mis brazos y me llene de besos. Eso sería antinatural en nuestra forma de ser.

Me conformo con que me quiera como hasta ahora, y yo la quiera de igual manera. Todo lo demás es postureo y mentira, y para eso ya está Telecinco.

Mi querida Yoli significa mucho para mí por ser como es, por tratarme como lo hace y por demostrarme, en suma, lo mucho que me quiere. Y no quiero que cambie. Es única e insustituible. Valiente, comprometida y generosa.

Es mi Yoli, y la quiero a rabiar.

Con todo mi cariño.

-Migue-

martes, 21 de noviembre de 2023

Mi chiquitín.

 


Tengo que aprender a levantarme cada mañana, hoy ha sido el primer día, cuando me despierte por mí mismo, no al escucharte cuando, con un gañido, me llamabas desde el marco de la puerta de la habitación, sin importarte ni la hora ni el día, para reclamar tu primer paseo matutino. A toque de diana.

Tengo que girar la cara para no buscarte encima del sofá cuando entro en el comedor, porque ya no estarás nunca más. Todo estirado y cómodo esperando la frase que te hace ponerte en marcha para lo que sea. Para lo que sea que hayamos decidido tus dueños, porque para lo que te interesaba a ti no había que repetir nada. Tú mismo decidías lo que querías hacer; para eso eras el amo de la casa.

He de entrar en la cocina sin sobresaltos, saltando por encima de tu cuerpo para no pisarte, porque estás tumbado en la misma puerta esperando a que Montse termine de hacer la papada que se está friendo para el arroz al horno, o quizás para obtener tu tributo en forma de chorizo o mejor, de queso, que siempre pensamos que eras un híbrido entre perro y ratón, por lo que te gustaba. Y siempre, invariablemente obtenías tu premio.

Tengo que retroceder cuando, tras subir de tus paseos, me dirijo invariablemente al bote de los premios, para darte tu parte. Ya no encuentro al que lo demanda sin protestar, simplemente esperando, eso que sabías hacer tan bien. Y te funcionaba a la perfección.

Hablo en presente, pero lo hago en nombre de Montse, como puedes suponer, y lo hago así porque es la única forma que encuentro para dar salida a esa pena tan grande, a ese dolor que me causa físicamente tu pérdida. No hago, no hacemos, nada más que llorar, porque todo nos recuerda a ti. A cada paso que damos, a cada cosa que nos encomendamos nos lleva a pensar en ti. “Esto lo hacía Manolo”. “Esto le gustaba mucho a Manolo”, y así todo el día.

Ayer y hoy han sido, y continúan siéndolo, dos de los días más duros de mi vida; los más penosos. También los de Montse, que pasaba mucho más tiempo contigo que yo y, por lo tanto, la falta que le haces es mayor si cabe. Y llora, y sufre tanto o más que yo. Y María, que no ha podido ir hoy a clase por el pesar que tiene. Ni ella ni nosotros hemos podido dormir esta noche. Estás dentro de nuestras cabezas.

Esta mañana, en el desayuno, no hemos podido probar bocado; tal es el estado de ánimo que nos impide comer, porque ha sido ver Montse el   croissant que cada día compartía contigo para venirnos abajo. Han sido muchos años con las mismas rutinas día tras día, y eso no se puede superar si no es con tiempo. Y no poco, me temo.

Todo pasará, sin duda, aunque nos llevará tiempo.

Pero también tenemos que acordarnos de todos los buenos momentos que nos diste, que no fueron pocos, y recordar, de ese modo, lo bien que lo pasabas compitiendo en carreras alrededor del parque con otros perros, sin que te ganaran la partida. Nunca, hasta que fuiste haciéndote mayor. Como disfrutabas en la playa, cuando te llevábamos a correr por la arena tras la pelota. Lo poco que te gustaba el agua, por cierto. No sólo la del mar o río, en los que tenías que entrar y no querías, sino también cuando había que bañarte, que era ver la manguera y empezar a temblar; igual que hacías al subir al coche; y nunca te acostumbraste.

Cuando, tras tu última salida por la noche, subías y le lamías los pies a Montse; una de tus escasas manifestaciones de cariño a las que nos acostumbramos, porque éramos conscientes de que no te gustaba tampoco que te hicieran muchos mimos, con excepción de cuando te tumbabas estilo bacalao boca arriba y bien despatarrado, para que Montse te hiciera cosquillas en la barriga, porque, de lo contrario le dabas con la patita para que no se olvidara.

Hemos de acostumbrarnos a que nada volverá a ser igual porque faltas tú, y echaremos mucho de menos no tropezar contigo, que siempre esté en medio cuando más lío hay en la cocina. Que no te tengamos que decir: “Chiquitín, tu no bajas ahora”, cada vez que salíamos a la calle; porque te apuntabas a todas y salías deprisa para ver si había suerte.

Y, en definitiva, cuando la pena no sea tan grande y nos vayamos acostumbrando a no tenerte a nuestro lado, entonces, querido amigo, nos daremos cuenta de la enorme suerte que tuvimos. Tú con nosotros y, sobretodo, nosotros contigo.

Que en el paraíso de los perros encuentres a tus amigos, a Luna y a Thais, que te estarán esperando para corretear entre nubes de algodón y que, en tu memoria estemos nosotros, como tú estarás siempre en la nuestra.

Descansa en paz, chiquitín.

-Montse y Migue-

lunes, 20 de noviembre de 2023

Manolo.

MANOLO

No hace ni media hora que te has ido, que nos has dejado sumidos en la pena, la enorme pena que, ahora mismo, no tiene consuelo. Te has ido tranquilo, con nuestro último abrazo y beso, aunque no seas una persona, pero rodeado de la gente que te ha querido. Que te quiere y siempre te querrá. Plácidamente, sin dolor, que no hace falta sufrirlo ante la evidencia de lo que no tiene remedio. Cogido con nuestras manos, la de Montse y la mía.

La gente que no tiene perro no puede comprender como se llega a querer a un animal; mucho más que a algunas personas. Hay que vivirlo. Te lloro más que lloré a mi hermano; a mi padre, aunque suene mal, pero es la pura verdad. Son sentimientos contradictorios porque parece antinatural anteponer un perro a una persona, máxime si es de la familia.

Pero tú eras nuestra familia; tú eras uno más, bastante más que algunos; y te hemos querido desde el fondo de nuestro corazón, desde muy muy adentro, y te vas sabiendo, en tu perruna inteligencia, lo que has significado para nosotros; con sus alegrías y sus penas, con su servidumbre y sus preocupaciones.

Has tenido una buena vida y asimismo hemos querido que tuvieras una buena muerte, sin sufrimiento, sin alargar lo que no tiene remedio. Te he mirado fijamente a los ojos varias veces en tu última hora. He visto en ellos la nobleza que siempre has tenido; hasta el final. Ni un mal gesto, ni una queja. Tu mirada doliente por culpa de lo que tenías, de lo enfermo que te has puesto en un momento. En un puto momento. ¿Quién lo iba a decir hace poco?.

Dejas un vacío enorme en casa, en tu casa que es la nuestra. Estamos recogiendo tus cosas, tu comedero, tu bebedero, el pienso que no has llegado a terminar, los premios que cada vez que bajabas a la calle demandabas con un gesto conocido y aprendido. Tu manta, la sábana que cubre tu cama, que es la nuestra, el cubre sofá, la manta que te abrigaba en los inviernos. Todo eso desaparecerá como lo haces tú. No nos va a hacer falta más.

Solamente nos quedamos con tu collar. Ese collar con el que te sentías desnudo cuando, por tenerte que bañar, te lo quitábamos un momento. Hemos querido que lo llevaras puesto hasta el final para que no lo echaras de menos hasta que te durmieras. Ese será tu recuerdo físico, que no el real, ese que nos acompañará para siempre y nos alegrará unas veces, cuando recordemos hechos pasados contigo, y nos llenará los ojos de lágrimas otras, como ahora mismo, que es imposible dejar de llorar.

Fuiste un buen perro; un muy buen perro. Poco amigo de dar lametones o muestras de cariño, pero tú eras así, y no se te podía pedir más. Generoso con otros animales y con algunas personas. Quisquilloso últimamente, quizás por la edad, que no era excesiva, pero ya ibas siendo un poco mayorcito. En pocos días empezaste a sentirte mal, pero ni una queja salió de tu boca, aunque te notábamos más triste de lo habitual. Ahora sabemos el motivo.

Ya no volverás venir a primera hora de la mañana demandando tu primera salida a pasear, a olisquear todo lo que te rodeaba, a hacer tus cositas. Tampoco vendrás por la noches, como si tuvieras un reloj interno que te avisara, que nos avisara de tu hora mágica, más o menos sobre las once, para tu última salida y tu último pís del día. Ya no reclamarás con descaro que te deje mi sitio, tu sitio, en el sillón, y ya no podré yo decirte la cara tan dura que tienes.

Hemos recogido montones de pelo cada vez que barríamos por las mañanas. Cantidades increíbles que, sin embargo, ahí estaban día tras día. Recordaremos lo que te ha costado siempre viajar en el coche; lo que te asustaba, a pesar de que nunca te mareaste ni cosas por el estilo. Tu imagen saltando a coger el frisbee como un atleta, que llamabas la atención de todo el mundo cuando te veía. El poco aprecio que Llonga sentía por ti, con lo bueno que eras.

Va a ser muy difícil hacernos a la idea de que ya no estás con nosotros. Ahora mismo el dolor es enorme, pero pasará, es ley de vida, y estamos seguro que tú, en el paraíso de los perros nos recordarás con cariño y sabrás que siempre procuramos lo mejor para ti. Nunca estuviste desatendido. Incluso nos sentíamos mal cuando íbamos a comprar y te dejábamos un rato solo. A ti tampoco te gustaba; nos echabas de menos, como pensando que te íbamos a abandonar; como quizá te pasó a ti cuando te dejaron en la calle con tres meses.

Te escribo esta carta de despedida con todo el dolor de mi corazón, pero tiene que ser ahora, cuando duele, cuando el sentimiento es más puro, cuando no me puedo hacer a la idea todavía. Siempre estarás en nuestros corazones, a pesar de que, cuando llegaste, yo estaba remiso a acogerte, porque sabía el sacrificio que supone, la obligación que conlleva tener un perro al que hay que atender, al que hay que cuidar y querer. Sobre todo querer, porque para ejercer una dominación y una sumisión ante el amo no estamos hechos. Eso lo dejo para la gente que no tiene corazón y, por el contrario, un evidente compejo de inferioridad.

Mi última imágen, la que siempre guardaré en lo más profundo de mi corazón es la de tus ojos.

Los que quise cerrar con mis manos cuando te fuiste, y quedaron abiertos.

Mirándome.

Con todo nuestro cariño.

P.D.- Manolo no ha muerto. Está durmiendo en nuestros corazones.

 

 

viernes, 18 de agosto de 2023

¡Si yo fuera rico....!


Hay una película llamada “El violinista en el tejado” en la que un tal Topol canta una canción que lleve el título de este entrada. A mí, ni la película, ni la canción me dice nada, y, en cuanto a título, no negaré que me ha hecho pensar a veces. Sólo pensar, sin ir más allá, que duele. Pero hoy ha ocurrido un hecho que me ha llamado a recapacitar. Me explicaré. Tras la comida he decidido tomarme un chupito de whisky del bueno, porque yo suelo tomar uno del Consum “Higlander queen”, un escocés que no está nada mal en cuanto a precio y resultado, pero, ¡Ay amigo!, como dice Denzel Whasington en algunas de sus películas. Eso es otra cosa. 

Sabido es por mis más cercanos lectores que tengo un yerno escocés que me quiere mucho y, a veces convence a sus padres de que me obsequien con whisky de su país, y claro, ya se sabe que hay que mantener vivas las relaciones interfamiliares, con lo cual ¿qué mejor manera de intercambiar paellas por maltas?. Eso no quita que, a veces, hayamos comprado a medias una botella de Auchenthosan para darnos un homenaje, que al Macallan no llegamos, pero no es lo habitual, porque siempre es mejor confiar en la buena voluntad de los demás.

A lo que vamos. Tras haber disfrutado de la copa me he preguntado, una vez más, lo que debería de ser sentirse rico. Es decir, convertir lo extraordinario en habitual, o casi, sin tener que esperar a ocasiones especiales para poder disfrutar de las cosas buenas de la vida, porque de las malas y las regulares ya vamos bien servidos. Porque, a no dudar, o yo al menos no lo hago, la vida es efímera, y nuestro transcurrir por ella es tan corto y, generalmente, tan poco agraciado que hay que aferrarse a una ilusión, por inalcanzable que sea.

Soy de la opinión de que venimos a este mundo ya programados, con fecha de caducidad, que lo de la obsolescencia programada no es cosa del siglo XX ni anterior. Todo lo contrario. En el genoma humano hay un rinconcito cabrón donde se esconde la maldita fecha, lo que pasa es que no la conocemos, ni ganas, ¡sólo faltaba eso para amargarnos la vida!, y, contrariamente a lo que nos dice el médico, sí, ese médico que después de bien comer moja la punta del habano en un buen coñac o similar, y le pega una calada que ríete tú de la que le pega Pinocho a su puro en la película de Disney, contrariamente digo, nos pegamos un traguito soñando con el tío Gilito.

Yo estoy en una edad que no me atrevo a citar como la tercera, porque creo que esta se destina cruelmente a los que ya tienen pocas esperanzas de mejorar, que no es que yo vaya a hacerlo mucho más, pero entiendo que aún me queda cuerda para rato, o al menos eso espero. Me circunscribo más al tramo entre la segunda y la tercera, la edad de oro que se dice, que comienza, según dicen,  en los 60 y alcanza su punto álgido entre los 70 y los 75. ¡Anda ya!., Para mí la edad de oro sería entre los treinta y los cuarenta con un saldo en la cartilla de ocho cifras al menos, pero bueno, me resignaré para no destacar.

Y en esta edad que me hallo, todavía estaría a tiempo de probar lo de ser rico, aunque podría llegar a ser infeliz, mi amigo Pepe dixit, por aquello de que me saldrían muchos amigos y parientes hasta debajo de las piedras, por no decir los bancos, esos que ahora me ignoran y casi desprecian. Pero, aún así correría el riesgo a costa de equivocarme, sin lugar a dudas. El dinero dicen que no da la felicidad, pero no hay duda de que ayuda, y mucho. Es fácil equivocarse en la vida, lo hacemos a menudo, y a veces con nefastas consecuencias, con lo cual, de tener tras de tí uncolchón en forma de dinero hace que el coscorrón sea menor que si no lo tienes. Además sirve para comprar cosas y, sobre todo, voluntades, visto lo visto.

En las películas vemos lo que facilita las cosas el deslizar, como quien no quiere la cosa, un billete en las manos adecuadas para que se abran las puertas, se acorten las colas de espera y la cosa sea infintamente más fácil. En la película Casablanca, el capitán Renault ordena el cierre del local que regenta Rick Blaine (Humphrey Bogart) con la frase: “¡Qué escándalo. He descubierto que aquí se juega”, mientras el croupier del local le entrega un fajo de billetes diciendo: “sus ganancias, señor”. Y eso, teniendo dinero, está a la órden del día.

Además me gustaría equivocarme per se, sin que me lo cuenten, lo cual no me gustaría en modo alguno, pero estoy dispuesto a correr el riesgo porque, ¿y si no es así. Y si se está bien siendo rico?. No veo muy triste al Tío Gilito del pato Donald mientras bucea entre billetes y monedas.  Todos deberíamos tener la oportunidad de pasar por estos trances para que no nos lo tuvieran que contar las revistas y las televisiones. Malo no debe de ser cuando las ansias de poseer se multiplican cada día.

Yo me conformaría con poder viajar a donde me plazca, en primera clase, en buenos hoteles, ver mundo, que me hicieran la pelota como en “Pretty Woman”, despreocuparme un poco de lo que está por venir, que, no lo dudemos, tarde o temprano nos alcanzará,  pero mientras tanto hay que sacarle partido a la vida, que luego, teniendo dinero, vendrán las preocupaciones.

Hay que tener fé, dicen. Pero para mí la fé es un invento de la religión católica a la que se adhieren para continuar con su rollo, que, tras más de dos mil años, parece que les sigue funcionando. Yo prefiero ser agnóstico y que me digan lo que quieran y acogerme a lo más mundano, a lo material, a lo que puedo tocar y saborear. Que luego ya veremos. Nadie ha venido a contarnos lo que pasa cuando nos vamos, y eso que se lo pedí, y lo sigo haciendo, a mi querido amigo Andrés, pero ni flores. De modo que, a vivir, que son dos días.

Y pensar que todo este rollo viene dado por haberme bebido un chupito de buen whisky. Si lo sé no lo hago y sigo con el del Consum, porque vaya elucubraciones tontas estoy haciendo. Hay un axioma que dice que la muerte a todos nos iguala, pero estoy de acuerdo sólo en parte, porque no es verdad; no todos mueren de igual forma después de haber vivido. Carpe diem, decían los romanos, y tenían toda la razón, ya que luego hay poco que contar.

En definitiva, que me reitero en lo dicho, que me gustaría ser rico, si no como Messi algo menos, pero meter la mano en el bolsillo y no poderla sacar vacía, vivir, lo que me quede de vida, ya que hasta ahora no ha podido ser, con la seguridad de que nada me iba a faltar ni a mi ni a mis hijas, que luego ya ellas se tirarían de los pelos con lo que quedara. Como dice, una vez más, mi amigo Pepe.: “El que cuando se muere deja herencia es que algo ha calculado mal”.

Pero a mi no me disgustaría ser el culpable de eso.

viernes, 30 de junio de 2023

Nunca te acostarás sin saber una cosa más.

Fotografía: Jan Harenburg (CC).


Como nadie es perfecto y además, siempre estamos a tiempo para aprender, este artículo de Paco Alonso nos instruye, aunque seamos valencianos, sobre la correcta forma de cocinar nuestro plato estrella.


DE RE PAELLARIA Diccionario de la paella valenciana y otras arrocidades VOL.1

           

ARROZ CON... :Termino muy utilizado en estos tiempos para definir improvisados platos de arroz, generalmente melosos o "empastraos", que se hacen con lo que hay a mano. Realmente eso es el espíritu primigenio de la paella, aunque luego la hemos querido catalogar y encasillar, pero básicamente este plato es pura creatividad y en constante evolución.

ARROZ MELOSO DE BOGAVANTE: Arroz generalmente "empastrao" con trozos de bestia marina congelada de origen canadiense, circunstancia que sirve como excusa para soplar 30€ por ración en algunos establecimientos.

COCINERO DE PAELLAS: Generalmente hombre, ser solitario y huraño, conocedor de todo cuanto hay que saber sobre la paella pero incapaz de comunicarse con el resto de la humanidad mientras guisa. Sólo habla cuando algo le sale mal, y en ese caso es para echarle la culpa a los elementos de la naturaleza, o a otra persona que tan solo pasó por allí y miró.

DEJARLA REPOSAR: Lapsus indefinido de tiempo en el que el cocinero se encomienda a Dios y todos los santos para que aquello cambie de aspecto.

ENTERAO: Sujeto impertinente que describe círculos concéntricos sobre la paella sin dejar de dar indicaciones al cocinero de como se tienen que hacer las cosas.

GUISANTE: Verdura bastarda que emplean como ingrediente de la paella los ignorantes, indocumentados e impostores.

HIGADITO CONEJO: Manjar. Órgano del roedor que se sofríe en los compases iniciales de la paella pero que nunca aparece al final.

HOY PAELLA!: Antiguo y enorme cartel del desaparecido restaurante Casa Cesáreo en la calle Guillém de Castro en Valencia. Nunca lo quitaron. Todos los días había paella, aunque en los polígonos industriales la paella es el plato por antonomasia del jueves

LEÑA: Combustible de alta complejidad pero necesario para la cocción de una buena paella, requiere de un esclavo para mantener el control y la intensidad. La más valorada por su poder aromático es la de naranjo, aunque los sarmientos también son muy apreciados por los expertos.

LOS CLAVOS: Remaches metálicos que sirven de unidad métrica estimativa para marcar el nivel del agua a la hora de echar el arroz.

MARE PAELLERA: Señora, casi siempre mujer. Nadie como ella para cocinar una paella. en caso de duda, es la única a la que podemos acudir telefónicamente para pedirle consejo

OJÍMETRO: Virtud paranormal que han desarrollado ciertos individuos. Consiste en acertar con absoluta precisión milimétrica las medidas de arroz, sal, agua y aceite en la paella, tenga el tamaño que tenga. Usuarios avanzados.

PAELLA DE DOMINGO: Acto de fe sustituto de la misa que reúne en la mesa a una familia al completo, generalmente con resaca entre los miembros más jóvenes, y que habitualmente es cocinada por madre/suegra o abuela. Muchos varones de la familia la empiezan, pero acaban ensuciándolo todo y pidiendo ayuda a las que de verdad saben hacer una paella.

PAELLA MIXTA: Arroz con cosas destinado a los "Guiris", que suele ir acompañado de Sangría, autobús turístico de dos plantas y entrada a los toros.

PAELLA VALENCIANA: Corriente filosófica local que no comparte el resto de la humanidad, mucho más proclive a la de marisco.

Dícese también del arroz que se cocina en esta tierra bajo una serie de parámetros perfectamente homologados e implantados en el acervo popular pero que no figuran en ningún códice público o privado. Todos los intentos de homologación han fracasado y han sido polémicos.

PAELLADOR: Quita, Quita!

QUINCE MINUTOS: Fracción de tiempo equivalente a un cuarto de hora en todo estadio y dimensión espacio-temporal, exceptuando cuando cocinamos paella, ahí es impredecible.

VERDURAS (Garrofó, tabella i batxoqueta)Las tres gracias de nuestra paella, fuera de nuestras lindes pocos saben lo que son y representan.

 

 

DE RE PAELLARIA Diccionario de la paella valenciana y otras arrocidades VOL.2

 

AZAFRÁN: Especia muy nombrada por los valencianos, pero de forma inexacta. Cuando hablan de azafrán se refieren al colorante alimentario, E160e, de la marca Arco Iris o Carmencita, que tiñe de color ambarino anaranjado la paella.

CUCHARA DE PALO: Cubierto de madera cuyo uso está prohibido en los establecimientos de hostelería por el Ministerio de Sanidad, pero que se sigue utilizando clandestinamente en los restaurantes. Dicen que la paella sabe mejor.

D.O. DE LA PAELLA: Intento descabellado del político de turno, que tras una copiosa y animada comida quiere ponerle vallas al monte.

ESCLATAT: (Castellano: Pasado) Arroz sobrecocido. Está considerado uno de los mayores defectos de la paella. Se puede aceptar como causa de nulidad en el matrimonio eclesiástico, la jurisprudencia civil valenciana lo admite como prueba de divorcio exprés para cualquiera de los cónyuges.

PAELLA A LA RUMANA: Paella entre amiguetes pagada por la administración pública con final feliz, pero moralmente difícil de digerir.

PAELLA PARA LLEVAR: El rincón del vago

 

PAELLERO: Habitáculo similar a un mausoleo, generalmente chapado con cerámica de Manises, cuyo fin no es otro que servir de cobijo para el cocinero los días de lluvia y viento. Es un lugar de cenizas, mortificación y culto.

PAELLERO DE BUTANO: Artilugio que utilizan los urbanitas en el chalet para cocinar la paella. Consta de dos elementos: El difusor y la bombona. Siempre está en casa de otra persona que lo pidió prestado.

PEDAZO DE LIMÓN: Fragmento del cítrico, generalmente un cuarto, con función decorativa en la paella para aquellos que interpretan a la estrella de la gastronomía valenciana como una variante del gin-tonic. Tiene versiones ornamentales dentadas y en forma de cestita.

PICA EN FLANDES: Acto heroico consistente en cocinar una paella lejos de Valencia, sin los productos autóctonos pero con un aceptable resultado final.

 

PIMIENTO: Solanácea que provoca la ira de los comensales cuando está presente en la paella. Esto tan solo ocurre al norte del río Júcar. En las comarcas del sur está absolutamente normalizado su uso. Se le conoce también con el nombre de 'Bajoca'

ROMERO: Rosmarinus Officinalis. Planta aromática mediterránea cuya infusión en el caldo durante unos minutos le otorga rollo 'Botafumeiro' a la paella. Con ello se pretende dar un aire más sacramental y divino al arroz. 

SOFRITO DE CEBOLLA: ERROR FATAL! Reinicie la paella. En caso de persistir el problema acuda al servicio técnico oficial o a mamá.

 

DE RE PAELLARIA Diccionario de la paella valenciana y otras arrocidades VOL.3

 

Cata del Caldo: Fase de validación del segundo acto de la paella. El cocinero verifica el punto de sal siempre con una persona de su confianza que no le de asco chupar de la misma cuchara.

Cabeza del conejo: Pieza de carne presente en las paellas familiares que a todo el mundo le da repelús, y que a la hora de servir los platos siempre alguien pregunta ¿Quien quiere la cabecita del conejo? Y todos dicen: "La abuela, es para la abuela, que a ella le gusta mucho!

 

Fuego vivo: Momento de gran confusión y combustión, si es a leña puede pasar de todo. Esa es precisamente la causa por la que está prohibido hacer paellas en los montes de la comunidad valenciana.

Paella Merkel: Arroz de pobre que se elabora sin apenas ingredientes.

Paellosofía: Arte del saber y conocimiento de la Paella. Existen dos escuelas destacadas de pensamiento paellil, la "Univocista" o imperialista, trata de imponer su criterio a todas las demás formas de entender la paella, tiene su sede en la capital del reino y menosprecia con desdén otros arroces que se hacen llamar paellas valencianas. En el otro extremo está la P.A.N. (Plataforma de Arroces Nativos) que admite variedades locales y tradicionales de paellas, como se han hecho siempre.

 

Paellósofo: Creador de una corriente de pensamiento en torno a la paella. Hay bastantes, casi tantos como variedades de paellas, los más radicales y peligrosos son los de Al-Paella, tienen sus campos de entrenamiento en Sueca y Benisanó.

Paellódromo: Espacio o recinto (un trozo de calle, una plaza, un cauce seco) donde se concentran un número indeterminado de sujetos enloquecidos con sus aperos, hierros, leña y paella para competir y demostrar su valía, aunque como en la película "Los inmortales" tan solo puede quedar uno.

Rissotto Berlusconi: Arroz con puta o a la putanesca

Voreta : Línea imaginaria que subdivide la paella en raciones proporcionales al saque de cada uno. Se utiliza cuando todos comen del mismo caldero, solo en arroces secos.

DE RE PAELLARIA Manual para comer de la Paella

 

Si come de la Paella, vd. debe saber:

La paella es como una caja de quesitos en porciones.

Los jugadores están distribuidos alrededor de la paella de forma equidistante

A cada jugador le corresponde solo el quesito que tiene delante de sus narices.

El cubierto oficial del juego es la cuchara de metal o madera.

Si el jugador quiere exprimir limón en su área, deberá tener autorización verbal de sus dos vecinos, a los que procurará no salpicar.

El juego comienza cuando el macho dominante de la manada dice "Vinga que es gela l'arròs!" (Tr.: ¡Venga, que se enfría el arroz)

Si la paella está buena, el elogio al cocinero se hará de forma intermitente cada dos cucharadas durante toda la comida.

Los tropezones que hay en cada sector son propiedad del jugador titular de ese espacio. Si algún elemento integrado en su zona no es del gusto del jugador lo depositará delicadamente en el centro de la paella para que lo disfrute otro jugador.

Las piezas de carne cuando salen de la paella no pueden volver, ni por partes, ni en los huesos.

Si alguien invade el espacio de otro jugador sin permiso, será amonestado, a la segunda oirá aquello de "eres un poc fill de puta" (Tr.: Eres un poco malandrín) y tendrá que pagar los carajillos.

Se entiende que un jugador abandona, cuando apoya la cuchara en el borde del caldero y dice "Estic fart, ja no puc més!" (Tr.: Estoy harto, no puedo más) En ese momento su zona queda franca y puede ser ocupada.

Queda terminantemente prohibido girar la paella para acceder a otro punto donde aún queda arroz.

Si la paella baila alguien deberá coger del asa para estabilizarla. El/los jugador(es) que se ocupen de este cometido recibirán elogios del resto, que se emplearán a fondo para mantener siempre llena la copa de vino del esforzado estabilizador durante toda la comida.

Cuando se toca hierro con la cuchara, en las postrimerías de juego, los valencianos se enfrentan al "Socarrat", es un momento glorioso donde el nerviosismo cunde. El frenesí es tal, que aquello parece a una prospección petrolífera. Los que no participan en el festín deben relajarse y esperar el postre.

La partida acaba cuando los jugadores se retiran o ya no queda nada en el caldero, señal indiscutible que estaba buena o había mucha hambre.