domingo, 28 de febrero de 2021

LA "MANI" DE LA "CHURRI".

 


Haciendo un paréntesis en la serie de “Cartas a mi amigo” que es lo que, últimamente me ocupa y me preocupa, voy a meter con calzador una entrada de opinión, porque la verdad es que el colmillo me destila ya demasiado veneno y no vaya a ser que me lo trague y sea peor. Así pues, comenzamos, o Lets begin, que dicen los ingleses.

Es que llevo mucho tiempo callado, y tampoco es de razón significarse mucho porque, con lo controlados que estamos por Hacienda, Facebook y el Google de los cojones, seguro que, a poca suerte que tengamos nos puede caer la del pulpo en cualquier momento. Pero el que no se arriesga no pesca, y tampoco es para tanto, creo yo. Que el pensamiento es libre.

O debería serlo.

Al lío. Aquí, en mi tierra, estamos más jodidos que Manegueta”, como se suele decir, con el tema del confinamiento perimetral-municipal-nacional y otras gilipolleces como se les ocurre a nuestros ínclitos mandamases. Y en esta tesitura nos hallamos; lamentándonos de  lo que viene a llamarse “Beatus ille” – o lo que es lo mismo, pero menos culto- “Dichoso aquel tiempo”. Aquel tiempo en que –ahora lo sabemos- estábamos tan bien, bueno, razonablemente bien, que tampoco hay que pasarse.

Y esto no solo pasa aquí, no, sino  que se extrapola a toda España, para que no tenga nadie envidia, y claro, llega un momento en que la gente ya no puede más y se rebela. O debería hacerlo. Pero no en la forma que últimamente acostumbra, porque no se entiende una protesta, una manifestación, con el saqueo sistemático de los bienes ajenos. Y es lo que hay, moda interpuesta principalmente por los catalanes, que son más chulos que un ocho y se creen con el derecho de arrasarlo todo.

Y no es eso.

Pero claro, nuestro desgobierno, ese ente contra natura que nos ha tocado en suerte no acaba –no ha empezado en realidad- a aclararse, y su debilidad o su sometimiento a la sociedad creada entre el hambre (Pedrosánchez) y las ganas de comer (Iglesias-el moños) nos tiene a todos con el corazón en un puño.

No entiendo cómo, con la que está cayendo tras un año de, más o menos, encierro, confinamiento o como se quiera llamar; ahora que están bajando los índices de muertes y contagios –o eso nos dicen- pues ahora que la hostelería está que trina y los negocios cierran hoy si y mañana también, ahora nos sale “la señora ministra de Medaigual”, “alias la churri” o la “Jo, tía” con que hay que celebrar, sí o sí, la manifestación del 8M.

Si, esa que el año pasado dejó más contagiados de los que ya había. Pero lo importante, lo realmente importante es salir en la foto, el postureo, el tratar de justificar lo injustificable, atropellando al sentido común. Y claro, los politicastros lo consienten, a sabiendas de que –no hay que ser muy listo- en un par de semanas va a crecer la curva de contagios. Pero qué importa.

¿No sería más fácil, más entendible y más razonable mantener las medidas actuales, esas que tanto nos joden, durante dos, tres meses para así ir bajando el número de afectados, en lugar de abrir la mano ahora un poco, volverla a cerrar mañana y volverla abrir para Semana Santa?.

Si no vamos a tener Fallas, ni Semana Santa, ni Feria de Abril ni Sanfermines, ni ná de ná, ¿para qué vamos a hacer una manifestación?. Las mujeres que tengan dos dedos de frente estarán de acuerdo conmigo con que el perjuicio es mayor que el beneficio. ¿O será que soy un machista por pensar así?, que ahora estamos demonizados los hombres y hay que cogérsela con papel de fumar. No vaya a ser.

Decisión, firmeza, eso es lo que les pido a los que nos desgobiernan para poner a cada cual en su sitio y pensar en el bien común, no en los intereses de partido que, visto lo visto, es el ABC que predomina en la gentuza que nos ha tocado en suerte.

Y para finalizar, otro latinajo: “Res, non verba”.

O sea: “Hechos, no palabras”.

Luego vendrán los lloros.

-MiguelitoNews-

 

CARTAS A MI AMIGO. (Sólo faltas tú).

 


Querido Andrés:

Ayer el “señor Pepe” me envió un whatsapp con una propuesta que considero muy acertada, por la sencilla razón de que serviría de recuerdo imperecedero para todos tus amigos y conocidos, los cuales te seguimos echando mucho de menos. Anteriormente, hace de eso ya casi dos meses, me dirigí al Ayuntamiento de Cullera para solicitar que pusieran tu nombre a la plaza donde está tu apartamento. Entiendo que es algo muy atrevido por lo inusual –que tampoco es que seas ninguna eminencia- pero que nos gustaría mucho.

Conociendo tu “amor” por los políticos, y por los alcaldes en particular, va a ser ardua la tarea para que nos sea concedida la solicitud, pero creo que no tenías ninguna causa pendiente con el actual alcalde, y eso siempre juega a nuestro favor. Y yo sería el primer sorprendido. Sería un puntazo. ” Ja vorem, que diuen els cegos”

Volviendo al tema primero, la cuestión es hacer una copia de la fotografía del día que almorzamos all i pebre en Casa Isabel, y colgarla, con permiso del restaurante, en un lugar que sea visible para así, cada vez que vayamos a almorzar, estés, de algún modo, presente. Nadie puede poner en duda que tú eras el alma de la reunión, que tú, con tus “xarrades”, con tus vivencias y chascarrillos hacías el momento más ameno y divertido. 

Eras el promotor de las cenas en las palmeras, de revolcarte en la playa  llenando  las cervezas de arena. Y esto lo sé porque lo he escuchado, que ya sabes que nunca he acudido a tales eventos, principalmente porque en principio los planteabas para tres o cuatro personas y luego resultaba ser lo que también acertadamente calificabas como “Valéncia en Falles”.

Pero disfrutabas como un gorrino y extendías el disfrute a los demás. Tú eras así, gustase o no. Y para qué hablar de los viajes en Pascua, que, por lo que tengo oído eran “pa mear y no echar gota”. Así volvían algunos, derrotados, vomitosos y/o riñendo con su parienta, que de todo había. El último año tampoco pudo ser, por la pandemia. Ni eso ni la Venta Gaeta, ni la Nit de Sant Joan ni nada de nada.

Aquí sigo con el confinamiento, esperando que, según lo adelantado, levanten la prohibición el próximo fin de semana, así que estoy deseando que sea verdad para ir al Faro y, si es posible, ir a pescar con Luís. También quiero aprovechar para ir a visitar a tus dos Marías, porque ha sido imposible, ya que trabaja durante la semana hasta tarde y no podemos ir a verla. Es la única que me falta de tu familia, porque a tu madre, a tu hermana Vicen y a tu hermano Ricardo ya los vi una mañana a la hora del almuerzo.

Pues nada más, amic, pórtate bien, como sólo tú sabes hacerlo cuando quieres, y cuida de los que estamos en este mundo cada vez peor, que buena falta nos va a hacer.

Porque supongo que algo bueno tendrá el estar en las alturas.

Tu amigo.

-Miguel-

 

sábado, 20 de febrero de 2021

CARTAS A MI AMIGO. (La vida continúa, a nuestro pesar).

 

Querido  Andrés:

Hoy es mi cumpleaños y, a buen seguro que, de no estar pasando la pandemia, estaríamos celebrándolo en el Faro con un almuerzo, como de costumbre. Pero no puede ser, primero porque falta el ingrediente principal y el más importante, tú, y segundo por culpa del confinamiento perimetral al que estamos sometidos, sin poder salir de la ciudad hasta nueva orden.

A menudo he pensado en que, con el correr de los años se nos iría haciendo más y más difícil triscar como las cabras por las peñas que nos llevan a las peixqueras. Ya sabes que casi habíamos descartado la idea de volver a pescar en la piedra plana, por lo jodido que era llegar hasta allí, que las piernas ya no son lo que eran.

Y entonces me acuerdo con cariño de nuestro común amigo Sigfrido, el cual, con más atropello de la razón que sentido común, iba a pescar a lugares no muy recomendables por su estado físico. Pero él, cabut que cabut, allá que iba sin pensar en las consecuencias que podía tener; y no era porque no se había pegado buenos porrazos, pero le daba igual.

Cuántas veces le hemos tenido que llevar los trastos para que él pudiera manejarse con un mínimo de seguridad por las piedras. Seguramente le habrás visto ya por ahí; de lo contrario búscalo bien que no andará muy lejos, porque también se merece estar en el sitio bueno. Si lo encuentras le das un abrazo muy fuerte de mi parte.

Por todo lo que te estoy contando yo esperaba que, llegado el momento en que necesitara ayuda para ir a pescar, tú que eres más joven que yo, y además siempre dispuesto a ayudar, me echarías una mano, porque confiaba en que seguiríamos pescando mientras pudiésemos. Y luego Luís, que es más joven se tendría que ocupar de los dos. Es ley de vida.

Pero nuevamente se me caen los palos del sombrajo porque nada de esto, al menos en la parte que a ti te atañe, va a poder ser. Y lo lamento muchísimo. Te sigo –te seguimos- echando mucho de menos, y esto se agudizará el día en que pueda volver a Cullera y vaya a pescar sin encontrarte allí. Va a ser duro de verdad.

Nuestro común amigo Pepe, “Señor Pepe para ti” me cuenta que muchos de los contertulios de almuerzos, -que no puedo decir amigos, porque esa palabra la valoro mucho y, por tanto, la raciono-  leen lo que te escribo, y me instan a que siga haciéndolo. No necesito ánimos para ello, porque me sale de muy adentro, pero también me alegra que, en cierto modo, sigan manteniendo tu recuerdo con mis cartas.

Y poco más, amigo, que la vida está muy achuchá y vamos contemporizando poco a poco a la espera de que esta pandemia que nos ataca vaya perdiendo fuerza. Es algo que he llegado a considerar necesario, quizás como un justo castigo por lo que estamos haciendo a nuestro planeta y, por ende, a nuestra civilización, que seremos, no te quepa duda, los culpables de que desaparezca.

Mientras tanto, al igual que pasó con la peste negra y posteriormente con la gripe española (que ya sabes que de española nada, pero siempre es bueno que haya chiquillos para que paguen los platos rotos), como decía, estas dos y alguna más las considero como un mecanismo natural para regular la población mundial, que todos no cabemos, y somos muchos. En fín, lo que sea sonará.

Pero tú, como eres ajeno a estas veleidades humanas, disfruta todo lo que puedas. Es lo mejor que puedo desearte por cuanto que físicamente no podemos relacionarnos. Pesca, si te es posible, que peces no te faltarán. Eso creo.

Y, sobre todo, no te olvides de guardarme un sitio, porque te buscaré cuando llegue la hora.

Confío en ti, que para eso están los amigos.

Tu amigo.

-Miguel-

 

viernes, 12 de febrero de 2021

CARTAS A MI AMIGO (Enhorabona iaio).

 


Querido Andrés:

Acaba de nacer tu nieta. Qué ironía del destino, y  digo ironía  por hacerlo correctamente, cuando en realidad, lo que me sale de las tripas es decir: ¡Qué putada más grande!. Porque sí, porque no es suficiente ni compensa en modo alguno  la pérdida de una vida con la llegada al mundo de otra precisamente hoy, que hace un mes que te fuiste. Un quid pro quo muy cruel. Y no es que no me alegre; ya sabes de sobra que sí, pero la felicidad no es completa. Ni siquiera creo que lo sea para los padres de la criatura.

Cuanta ilusión tenías y como nos la hacías llegar últimamente. Y no ha podido ser. En tu cabeza, en esa cabeza tan llena de tozudez y, a la vez tan llena de inteligencia guardabas un regalo inestimable para tu nieta. Un pasodoble que habías compuesto –un pasodoble torero, me dijiste- que estabas pendiente de que un profesional, creo que tu maestro de música, pusiera negro sobre blanco y vertiera tu creación sobre un pentagrama, de modo que pudiese ser interpretado.

Y lo hubiéramos celebrado juntos, de un modo u otro, con un bautizo, con unas cervezas,…….. con unas risas. Y tú, en tu nueva faceta de abuelo estarías con la baba cayéndote –como corresponde- y repartiendo alegría por donde quiera que fueses.

Mar va a ser su nombre. Ya lo sabía. Me lo dijiste hace mucho tiempo. Evocador nombre que me retrotrae a nuestra amistad, porque el mar fue el comienzo y el lugar en el que ha transcurrido la mayor parte de nuestro tiempo; el vínculo de unión entre Luís, tu y yo, que éramos los que mayormente compartíamos jornadas de pesca, y de porras. Aunque también tuvimos buenos tiempos.

No me cabe duda de que desde donde estás –ya sabes, en el mundo imaginario que he creado para nosotros- te sentirás el abuelo más feliz del mundo. Soplarás hasta perder la respiración tu dolcaina, como solías hacer a poco que se celebrara algo, y estarás orgulloso y ufano. Por tu nieta. Por Mar.

La lástima, la infinita pena es que no lo podremos compartir contigo, ni tu familia ni tus amigos, pero tenía que decírtelo, es una de las cosas importantes que pasan en la vida de las personas y tú no podías dejar de saberlo.

Hoy, por esto mismo vuelven a surgir las lágrimas en muchos ojos, no sólo en los míos, y son lágrimas que deberían ser de felicidad en lugar de pena; pero todo no puede ser. No nos está permitido ser del todo felices en esta puta vida, y así debemos tomarla, con coraje, con rabia y con resignación.

No es justo, no encuentro justicia divina, ya lo sabes, porque hay cosas que no debían de producirse y sin embargo ahí están, para jodernos la vida. Tú, donde quiera que estés cuida de nosotros, ya que nosotros no podemos hacerlo contigo. Y si hay un Dios justo, -como dicen los curas- si de verdad quieres que me plantee cambiar mi visión sobre El y no se me considere un apóstata, solamente tienes que enviarme una señal y me lo pensaré.

Por ejemplo, que tú sabes de eso; la próxima vez que vaya a pescar haz que coja un sargo real de más de un kilo. Aunque se pase un poco de peso no pasa nada.

Esa sería una señal cojonuda.

Tu amigo.

-Miguel-

P.D.- Pido perdón por anticipado a los que pueda ofender con mi planteamiento.

 

CARTAS A MI AMIGO (Treinta días después).

 

Aquí triunfamos el verano pasado. ¿Te acuerdas....?.

Querido Andrés:

Hoy hace exactamente un mes que nos dejaste inesperadamente, cuando nadie podía presentir que una cosa como esta podía suceder. Y estamos huérfanos de tu amistad y tu compañía.

Si te parece, vamos a continuar en el escenario que me inventé para poder comunicarnos, más que nada porque así creo que no molestamos a nadie, ni en sus ideas ni en sus creencias. Y tú, allá donde estés, supongo que ya habrás descubierto algo más que yo, que sigo escéptico. Alguna ventaja habrías de tener.

Hoy quiero recordar cómo nos conocimos, hace ya más de veinte años, en Cullera, donde hemos pasado tantas y tantas cosas. Por aquel entonces había cantidad de peces en el mar, no es que ahora no los haya, que supongo que sí, pero lejos de nuestro alcance. Como decía, había peces para dar y vender y todos pescaban – bueno, todos menos yo- que en esas fechas era una nulidad total en el tema.

No es que haya mejorado mucho a día de hoy, aunque puedo decir sin rubor que progreso adecuadamente. Pero no vayas a creer que ha sido gracias a tus consejos ni a mirarme en tu estrategia, no, muy al contrario, porque te has ido sin aprender. Lo poco o mucho que sé de la pesca se lo debo, casi todo, a nuestro amigo en común Luís el xiquet, pozo de sabiduría y buen hacer con la caña en la mano. Fíjate que, como sabemos muy bien, es capaz de pescar hasta sentado de medio lado en la silla con una pierna encima de la otra, además de que no sólo ve su picada, sino también las nuestras. Con la particularidad añadida, que solamente tú y yo sabemos, de que, además utiliza "la técnica". Ya me entiendes.

A lo que iba, una de esas veces en las que intentaba pescar me situé a tu lado en las pesqueras del Panorama y tú, al verme tan desvalido me alcanzaste tu cubo de criancó diciéndome “Prueba con esto….”. Esa fue la primera vez que fui testigo de tu generosidad, la cual me ha acompañado hasta hoy.

Hemos pasado muchas cosas, casi todas buenas, y otras muy buenas, con muchas risas, con muchas horas bajo el sol, con muchas porras, y otros tantos almuerzos en compañía de amigos. Cosas inolvidables y que no consigo apartar de mi mente porque nunca más las volveré a tener.

A día de hoy todavía no me quito de la cabeza que ya no estás con nosotros, que ya no volveré a ver tu media sonrisa, -que no eras de reírte a carcajadas- , y que no podré reconvenirte cuando almorzando "-Amic, un bocadillo de sepia en tot-" vaciabas el bocadillo tirando la mezcla en el plato, ni cuando vertías el carajillo –que tú nunca has tomado café solo- en la misma copa en la que habías bebido cerveza y luego vino. Y eso que me decías que, tarde o temprano, yo haría lo mismo. Nunca será así.

La última vez que nos vimos fue cuando viniste a mi casa a rejuntar el plato de ducha que tenía unas fugas, y después bajamos a tomar un carajillo “Jo te convide….” -como siempre decías-, y allí me comentaste la gran cantidad de trabajo que tenías, a pesar de la pandemia, y de lo mucho y bien que te iba con tu sobrino el “Farruquito”, de lo orgulloso que estabas de él por su buen hacer. Fue el último recuerdo que tengo tuyo, y me despedí de ti como hacía desde que estamos con el COVID, con un “cuídate mucho”. Como sigo haciéndolo desde entonces.

Todavía no he podido ir a Cullera desde hace más de dos meses, ni he podido ver a Luís en todo este tiempo, y tengo muchas ganas de hacerlo, acercarnos al mar como tantas veces a pescar, aunque no va a ser lo mismo sin ti. No podremos cachondearnos de tu estilo, de tus maneras, de tus aparejos, de tu forma de plegar la caña. De tantas cosas. Pero volveremos a pescar; la vida sigue, a pesar de todo. Y siempre estarás sentado entre los dos, arrepretándonos, para que no nos desmandemos.

Pero siempre vas a estar en mi pensamiento, cada vez que vaya. Eso te lo aseguro. Mientras tanto sé que tú, con tu enorme generosidad ahora aumentada desde donde estás, vas a cuidar de nosotros, como siempre has hecho.

Como te decía, de esta utopía creada para la ocasión, hay una cosa, además de que sirve para que te lleguen las cartas a tiempo, la única que me gusta y mantiene viva la llama de nuestra amistad es el saber que, tarde o temprano, volveremos a vernos.

Puedes contar con ello.

Tu amigo.

-Miguel-