Haciendo un paréntesis en la serie de “Cartas a mi amigo” que es lo que, últimamente me ocupa y me preocupa, voy a meter con calzador una entrada de opinión, porque la verdad es que el colmillo me destila ya demasiado veneno y no vaya a ser que me lo trague y sea peor. Así pues, comenzamos, o Lets begin, que dicen los ingleses.
Es que llevo mucho tiempo callado, y tampoco es de razón significarse mucho porque, con lo controlados que estamos por Hacienda, Facebook y el Google de los cojones, seguro que, a poca suerte que tengamos nos puede caer la del pulpo en cualquier momento. Pero el que no se arriesga no pesca, y tampoco es para tanto, creo yo. Que el pensamiento es libre.
O debería serlo.
Al lío. Aquí, en mi tierra, estamos “más jodidos que Manegueta”, como se suele decir, con el tema del confinamiento perimetral-municipal-nacional y otras gilipolleces como se les ocurre a nuestros ínclitos mandamases. Y en esta tesitura nos hallamos; lamentándonos de lo que viene a llamarse “Beatus ille” – o lo que es lo mismo, pero menos culto- “Dichoso aquel tiempo”. Aquel tiempo en que –ahora lo sabemos- estábamos tan bien, bueno, razonablemente bien, que tampoco hay que pasarse.
Y esto no solo pasa aquí, no, sino que se extrapola a toda España, para que no tenga nadie envidia, y claro, llega un momento en que la gente ya no puede más y se rebela. O debería hacerlo. Pero no en la forma que últimamente acostumbra, porque no se entiende una protesta, una manifestación, con el saqueo sistemático de los bienes ajenos. Y es lo que hay, moda interpuesta principalmente por los catalanes, que son más chulos que un ocho y se creen con el derecho de arrasarlo todo.
Y no es eso.
Pero claro, nuestro desgobierno, ese ente contra natura que nos ha tocado en suerte no acaba –no ha empezado en realidad- a aclararse, y su debilidad o su sometimiento a la sociedad creada entre el hambre (Pedrosánchez) y las ganas de comer (Iglesias-el moños) nos tiene a todos con el corazón en un puño.
No entiendo cómo, con la que está cayendo tras un año de, más o menos, encierro, confinamiento o como se quiera llamar; ahora que están bajando los índices de muertes y contagios –o eso nos dicen- pues ahora que la hostelería está que trina y los negocios cierran hoy si y mañana también, ahora nos sale “la señora ministra de Medaigual”, “alias la churri” o la “Jo, tía” con que hay que celebrar, sí o sí, la manifestación del 8M.
Si, esa que el año pasado dejó más contagiados de los que ya había. Pero lo importante, lo realmente importante es salir en la foto, el postureo, el tratar de justificar lo injustificable, atropellando al sentido común. Y claro, los politicastros lo consienten, a sabiendas de que –no hay que ser muy listo- en un par de semanas va a crecer la curva de contagios. Pero qué importa.
¿No sería más fácil, más entendible y más razonable mantener las medidas actuales, esas que tanto nos joden, durante dos, tres meses para así ir bajando el número de afectados, en lugar de abrir la mano ahora un poco, volverla a cerrar mañana y volverla abrir para Semana Santa?.
Si no vamos a tener Fallas, ni Semana Santa, ni Feria de Abril ni Sanfermines, ni ná de ná, ¿para qué vamos a hacer una manifestación?. Las mujeres que tengan dos dedos de frente estarán de acuerdo conmigo con que el perjuicio es mayor que el beneficio. ¿O será que soy un machista por pensar así?, que ahora estamos demonizados los hombres y hay que cogérsela con papel de fumar. No vaya a ser.
Decisión, firmeza, eso es lo que les pido a los que nos desgobiernan para poner a cada cual en su sitio y pensar en el bien común, no en los intereses de partido que, visto lo visto, es el ABC que predomina en la gentuza que nos ha tocado en suerte.
Y para finalizar, otro latinajo: “Res, non verba”.
O sea: “Hechos, no palabras”.
Luego vendrán los lloros.
-MiguelitoNews-
1 comentario:
Esto de la manifestación del 8M, hay que ponerlo como una de tantas incoherencias de la casta parasitaria. Junto con las últimas votaciones en Cataluña. Junto con permitir un aforo de 45 personas en un autobús y en un bar 4 cada dos metros. En nuestras casas dos personas, siendo que cualquiera de nuestros comedores tiene una superficie igual o superior a un autobús, ni te cuento en un metro en horas punta, etc. etc.
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