sábado, 6 de febrero de 2010

Mi afición.

Soy un aficionado impenitente, lo reconozco, aunque no acudo a la plaza todo lo que me gustaría, ya que, debido a mi trabajo me es imposible asistir, a no ser que sea un dia festivo. Pero sufro mucho los días de corrida por no poder verla, y hasta me pongo de mal humor al pensar lo que se estará escenificando en ella. Por eso acudo a todos los actos taurino-culturales de los que tengo conocimiento, para pasar el "mono", y eso parece que me sosiega un poco. Como nuestra televisión pública nos trata "tan bien" a los aficionados, pues nos sirve de consuelo, y ya hasta la que daba los toros en privado ahora se hace con la exclusiva  y cobrando. ¡Bien estamos.....!.

Mi afición viene de pequeño -ya hace muchos años de esto- porque mi abuelo Paco, padre de mi madre, era un gran aficionado y, a menudo, me llevaba con él al coso de la calle de Xátiva. Recuerdo con añoranza el viaje desde Picanya, que era donde vivía él y pasaba yo muchas horas, en tren hasta la Estación de Jesús, y de ahí andando hasta la plaza. Algunas veces -pocas porque la economía no estaba para alegrías- me compraba una empanadilla en un horno que estaba por la calle de Pelayo, y así estaba yo más contento que unas pascuas.

He de decir que mi yayo -como así llamamos al abuelo en Valencia- conseguía las entradas gratis, porque era el jefe de estación de Picanya y conocía a mucha gente, y además, porque negarlo, era bastante pedigüeño en ese sentido, es decir, no le daba ningún reparo en descararse con los que sabía que podía sacarles algo. Además de otras muchas aficiones -criaba canarios, pescaba en rio y mar, hacía sus propias cañas y plomos de pescar (¡cuantas veces he ido a las acequias para hacerle lombrices...!)- siempre estaba tarareando por lo bajini el Pan y Toros de Barbieri.

Volviendo a la plaza, imagino la vara que le daría, porque no tendría más alla de 10 años aproximadamente, y el "yayo tengo pipi", "tengo sed", "tengo calor", y otras lindezas por el estilo serían bastante frecuentes. Entonces no se habían inventado las consolas y los niños no nos atontábamos tan fácilmente; era preciso comportarse como niños, con todas las desventajas que ello conlleva en los espectáculos públicos.

De aquellos tiempos sólo recuerdo al Litri y Aparicio, que era la competencia que había; no puedo acordarme de otros toreros a los que por supuesto ví actuar. Entonces, además, entraba gratis, mi yayo me colocaba entre él y el espectador que tenía delante y así, como un bocadillo, entraba yo. Ahora prohiben la entrada a menores. ¡Hay que ver los "civilizados" que nos hemos vuelto.....!.

Hubo un tiempo muy largo, hasta que tuve más de veinte años, en que entré en un impasse en el cual no tuve deseos de toros y toreros, pero cuando me volvió el tema a la cabeza me pegó muy fuerte. Entonces me relacionaba con gente del toro, algún periodista, aficionados en el trabajo, etc. y acudía en la medida de lo posible a los festejos, escribía mucho de toros, intentaba meter un poco la cabeza en algún diario con una colaboración -hasta hice una crónica de una novillada en Castellón para Radio Nacional de España (que por cierto me costó dinero)- y era feliz con lo que hacía.

Con Jesús Lloret "Recorte" asistí a varias corridas y solía decirme: "Miguel, luego me llamas y me das la reseña de la lidia del último toro", porque como no habían móviles (aunque la gente joven no se lo crea), tenía que salir corriendo para llegar a la redacción de la Hoja del Lunes y hacer su reseña antes del cierre de la edición. Yo así lo hacía, y la verdad es que me aplicaba mucho para no quedar mal.

También me permitía su amistad la entrada franca al sorteo y apartado los días de corrida. Espectacular acontecimiento para ver desde cerca. Se te eriza el pelo de la nuca cuando entra el toro en la corraleta previa a los chiqueros y lo oyes resoplar.
Todo aquello se acabó, para mi pesar, y ahora me vuelve a entrar el gusanillo. ¡Que le vamos a hacer!.

Seguiremos pensando, sufriendo, gozando y, sobre todo, defendiendo la fiesta contra todos aquellos que, por un equivocado sentimiento nacionalista quieren denostar y prohibir un espectáculo que no es únicamente español, mal que les pese, sino que es patrimonio de muchos paises y civilizaciones.

Toquemos madera, como hacen los toreros al salir del túnel de cuadrillas, y que Dios reparta suerte.
-MiguelitoNews-