Se acaba de morir mi AMIGO, si, con letras mayúsculas, porque está muy dentro de mi corazón ahora mismo roto por el dolor inmenso que me ha producido la noticia. Nunca es buena la hora de morir y ahora menos que nunca por el tema del COVID que nos limita hasta para poder decirle adiós y verlo por última vez. Así de puta es la vida. Y la muerte.
Hablamos hace unos días y le dije que se cuidara mucho porque teníamos muchos almuerzos pendientes para recuperar. Tantas risas y bromas. Tantos abrazos aplazados. Y ahora, de repente, me ha dejado. Nos ha dejado a muchos con la falta irrecuperable de su inmensa bondad y cariño. Con todo lo vivido y lo que nos quedaba por vivir.
Me cuesta muchísimo escribir con las lágrimas que no me dejan, porque era si no el mejor, porque es injusto para alguno más, era el más grande de mis amigos, y no sólo por su cuerpo, que albergaba, sin duda alguna, un corazón tan grande como su humanidad. Enorme, y abierto a sus amigos. A todos ellos.
Una persona descuidada en el vestir; poco le importaba. Lo importante estaba en el interior. Un hombre ilustrado, ansioso de saber y de aprender, cosa que muchos probablemente ignoraban. Un fontanero ilustrado, como solía llamarlo yo.
Siempre dispuesto a acudir a mi llamada. No importaba ni el día ni la hora. Generoso en exceso. Desprendido. No le importaba nada de lo que te regalaba, y mucho menos el valor de lo que con tanto cariño, o con tanta despreocupación, que de todo había, hacía a menudo.
No me lo puedo creer todavía. Me gustaría verlo por última vez y sé que no va a poder ser. Quisiera darle un beso, Si, un último beso para que se lleve allá a donde vaya mi mayor muestra de cariño. Y no podré. Pero en el fondo de mi corazón, en el sito que tengo reservado para lo más querido, donde voy a guardar el mayor de mis recuerdos. Allí, en lo más profunda estarás siempre.
Adiós Andés.
ADIOS QUERIDO AMIGO.
Siempre te llevaré en mi corazón.
Miguel. 12 de Enero de 2021