Hay que ver con que poco nos
contentamos. Acabo de salir a la calle y he visto nuevamente niños, una especie
casi en extinción en estos días desde que se marcharon en pos de un flautista con coleta, y me he alegrado mucho al ver una cosa tan
sencilla como que la vida renacía con la presencia de estos pequeñajos, después
de la soledad que acompaña mi paseo desde hace muchos días.
Ahora habrá que esperar para ver
si es para bien o para mal el hecho de permitir el desconfinamiento parcial -me
niego a usar la palabreja de moda- y si no aumenta el número de contagios. En
realidad, si se cumplen las medidas básicas no tiene porqué haber ninguna
incidencia, simplemente hay que usar el tiempo para lo que se ha previsto, para
que los niños puedan salir un rato de sus casas a tomar el sol y pasear,
no para que los papás se sienten en un banco a darle al móvil.
Se prevé que el próximo fin de
semana podamos salir paulatinamente los adultos, pero se desconoce la forma en
que se va a producir este hecho, cosa que, por otra parte no me sorprende en
absoluto debido al cacao mental que tienen los que han de dictar las medidas.
Siempre, claro está, con la bendición
del Coletas, no vaya a ser que se cuelgue la medallita otro que no sea él y
pase de largo en una decisión tan importante.
Hoy ha bajado el número de fallecidos
(288) en una cantidad tan importante como cien personas más o menos con
respecto al día de ayer, y eso, con ser mucho todavía dista un mundo de ser
normal, por lo que no hay que crear falsas esperanzas ni acelerar el ritmo de
las cosas. Además estamos en fin de semana y ya se sabe que el recuento
-desconozco el porqué- no es igual que el resto de los días.
Ahora la pelota está en el
tejado para decidir cuándo y cómo se procederá a rebajar las medidas de
confinamiento, y todos los que se creen con derecho a decidir ya están haciendo
la guerra por su cuenta, porque el responsable último no se lo saca de las
manos, y hay que tener mucho cuidado y no caer en el error de apresurar la
salida, porque las consecuencias pueden ser nefastas y sería un volver a
empezar de nuevo.
Y yo no estoy dispuesto a pagar
las culpas de los demás.
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