Me deprimo. No lo puedo evitar; y eso que creía que lo llevaba bastante bien, pero cuando leo o escucho día a día lo que está pasando, o lo que nos cuentan, llego a la conclusión de que no tienen ni p... idea, y lo que es peor, nos están llevando a una situación tal de desconfianza que nada volverá a ser como antes.
Paseo a mi perro cada día y cada día observo que las personas con las que me cruzo me dan la sensación de rechazo, de desconfianza o incluso de que soy una amenaza para ellos. Lógicamente existe una prevención, pero no hay que llevar las cosas a esos extremos, creo yo, y simplemente hay que tener un poco de sentido común y mantener, prioritariamente, la medida de seguridad. No la que exige el gobierno, no, que esa puede cambiar de hoy a mañana, como está pasando con casi todo lo demás. Uno mismo sabe cual es esa distancia y a que no debe exponerse gratuitamente.
Esta mañana he ido a mi farmacia a preguntar acerca de la nueva medida que parece ser va a tomar ese presidente tan majo que tenemos; es decir, llevar obligatoriamente la mascarilla para salir a la calle. ¡Venga ya!. Hasta ayer mismo, tanto la OMS como el gobierno de la nación nos decían que no hacía falta llevarla, solamente los grupos de riesgo, y ahora, con la escasez de ese producto que ni llega a cubrir la demanda mínima del personal sanitario y de las demas personas que nos cuidan, ahora van y dicen que donde dije no digo si.
Mi farmaceutico dice que no pueden hacerlo sin dar un tiempo a la gente para proveerse de la puñetera mascarilla, porque no hay suficientes en el mercado. Y yo lo dudo, porque estoy viendo día a día la inoperancia en cuanto a los mandatos y/o decretos ley que se sacan de la manga, a la improvisación que impera en el criterio de los que se supone deberían velar por contener al bicho.
Así que ahora nos va a tocar hacernos mascarillas caseras de emergencia, o no salir lo justo de casa.
Y en otro órden de cosas, la ministra de trabajo dice también que estar en un ERTE es como estar de baja por maternidad. EH Bildu propone exigir a las empresas que terminen el año con beneficios, un impuesto (¿Revolucionario?) para contribuir a la crisis. Otros dicen que roguemos porque el rey Felipe no se ponga malito porque no podría sancionar los decretos que emita el gobierno.
Como si no hubiera otra cosa de que preocuparse ahora.
Y mientras tanto, el señor Sánchez sigue rompiendo la cuarentena visitando fábricas.
Así se contagie, por capullo.
¿Estamos tontos o qué....?.
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