Una previa, que cada día me acuerdo y
luego, como es natural en mí, lo olvido. El número de entrada de hoy es el 40,
con lo que es el cumpledias de los encerrados por la cuarentena, pero en
realidad yo llevo confinado desde el día 14 de Marzo, porque creo recordar que
se determinó como primer día el domingo 16, con lo cual llevo 41. Pero es
igual, lo aceptaré como animal de compañía.
Hoy han habido "sólo"
367 fallecimientos, y remarco lo de "solo" porque hay que ser
imbécil para añadir semejante adjetivo cuando estamos hablando de personas, de
seres humanos que no han podido con el puñetero bicho, o que igual han muerto
por otra causa, que con lo que nos cuentan uno ya no sabe qué pensar.
Me sorprendo cuando leo cosas
como que "hemos alcanzado el pico", "ha descendido el número de
fallecidos" y, sobre todo cuando dan el número de curados, que a lo mejor,
o a lo peor vuelven a recaer. El único número importante, al único que hay que
hacer caso es al que nos marque el descenso de víctimas. Los otros sólo sirven
para llenarse la boca de palabras huecas.
El motivo de escribir esta
especie de diario no es otro que recordarme, porque tengo memoria de pez, de
recordarme decía de lo que ha ido pasando cada día, porque luego, cuando todo
haya pasado, la gente lo olvidará, como olvidamos los muertos en carretera del
fin de semana y los que mueren en las pateras, en las guerras, y, lo que es
peor, los que mueren de hambre.
Hago mención hoy al drama que supone
para las farmacias el hecho de que nuestro querido des-gobierno haya "intervenido" en el tema del
precio de las mascarillas. La cagada es de proporciones épicas, pero ya
estamos, lamentablemente, acostumbrados, aunque no hay que tomarlo en broma.
Después de haber estado desabastecidos durante semanas resulta que han tenido
que buscarse la vida poniéndose en mano de los especuladores suministradores de
mascarillas, los cuales han hecho -están haciendo- el Agosto.
Y ahora a venderlas por debajo
del coste. Yo de ellos, de los farmacéuticos digo, las destruía antes de
hacerles más la pala a los capullos estos de los Picapiedra, los payasos de la
tele y toda su parentela, para que se vayan poniendo las pilas. En cuanto se
acabe esto -si hay un dios en el cielo que haga horas extras- lo primerito que
les ponía yo era una moción de censura que se iban a cagar. Por lo menos para
que les entrara el retortijón y no tuvieran bastantes calzoncillos (ni bragas).
Aunque luego, como la gente -en
general- parece ser que es tonta de baba, igual les volvían a votar a los
mismos, por lo guapos que son y lo bien que lo están haciendo. A los hecho me
remito. Y eso que hoy no estoy muy cabreado, sólo lo justo, porque me he
levantado esta mañana muy bajo de ánimo, que si no me estaba cagando en su p...
madre.
Y mañana saltará la liebre con
las medidas, espero que definitivas, con las que los niños han de salir a la
calle.
Y eso, a no dudar, generará
carroña para mi próxima entrada.
1 comentario:
Miguel por fin he podido entrar, no he leído casi nada pero de entrada te felicito, es un material muy bueno he interesante. Felicidades
Me estoy animando hacer un blog, ya me dirás como puedo hacerlo Gracias y Felicidades
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