miércoles, 29 de abril de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 45. La yenka.


Los que ya peinamos canas o somos medio calvos como yo seguro que recuerdan una canción que estuvo de moda cuando éramos pequeños; hablo de La yenka. Sí, aquella que cantaban y bailaban dos chavales que no eran de aquí y que decía más o menos así: "Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante y atrás, un dos tres....". Pues ahora me ha venido en un flash, cuando no sabía de qué hablar hoy y mira por donde ya tengo el arranque.

 Después de los aplausos en las ventanas vamos a bailar la yenka.

 Reconozco que tener que tomar una decisión como la que ha tomado hoy Pedro Picapiedra en relación con el tema del COVID-19 no la quiero yo ni en pintura, pero a fin de cuentas tampoco tengo las ventajas que tiene el susodicho, verbigracia: vivir en la Moncloa, por citar un ejemplo. Así pues, el hecho de vivir yo en un piso de 70 m2 me exime de decidir cuándo, dónde y porque comenzar la "desescalada", más bien llamada ahora "el retorno a la nueva normalidad".

 ¡Chúpame la minga Dominga!.

 Se han sacado de la manga unas medidas que parece que las hubiera tomado un sastre ciego. Me explico: Cuatro fases de quince días cada una (que al final serán catorce, como siempre) al ritmo de la yenka, según la letra de arriba. Del 0 al 4 para mi suman 5, yo entiendo que se empieza a contar desde el 1 pero bueno. 

“Vamos a echar toas las tajás de golpe y arrimarle la lumbre, a ver si acabamos enseguía...”. En consecuencia parece ser que van a probar el guiso para ver si se les va añadiendo o quitando ingredientes antes de que se les queme del todo. Y yo conozco uno que probando probando se le fue la gana de comer.

Porque sino como se entienden medidas tales como abrir las peluquerías con cita previa. Los peluqueros peinan o lavan el pelo a una clienta mientras otra esta con los rulos puestos o la permanente cociéndose. Y entre col y col te hago unas mechas. Ahora, de una en una ¿qué van a hacer entretanto, sentarse a hacer un sudoku?.

Otra: los restaurantes que puedan servir comida a domicilio; los hoteles pero solo para dormir, sin desayuno ni nada. ¿Quien acudirá a un hotel si no nos podemos desplazar, no ya de una Comunidad a otra, sino entre provincias de la misma Comunidad?. Ah sí, yo por ejemplo, en lugar de dormir en mi casa me iré al hotel, que se está más guay y me ahorro de hacer la cama. Pienso que no es rentable abrir este tipo de negocios con tanta restricción
.
Los bares, con limitación de aforo y, de momento exclusivamente en la terraza. Los restaurantes, en las siguientes fases, con mesas separadas, comiendo como si estuviéramos en el locutorio de la cárcel tras una mampara de cristal. ¿Y para llevar el bocado a la boca?. Fase 1: pincha, 2: corta, 3: aparta la mascarilla y cuatro: introduce en la boca.

 ¡Pa cagarse y no torcarse!.

Otra más, que esta me da mucha risa: “los futbolistas profesionales podrán volver a entrenar”, y yo me pregunto como de mal lo van a pasar, pobrecillos, sin darse ni besitos ni palmaditas en el culo. No podemos ir a ver a nuestros padres o hijos, pero sí que podremos ir a misa, que contamina menos, o al gimnasio, siempre que no haya contacto físico o se tenga que usar el vestuario. ¿De verdad se han parado a pensar?.

Cierto que en algún momento se tendrá que empezar a pensar en dejarnos en libertad, aunque sea condicional, pero el sentido común nos dice que hasta que no hayan menos victimas (ayer 325 más) o se compruebe efectivamente que de verdad estamos ganando en la lucha, hasta entonces no hay que jugar a la ruleta rusa. En Madrid, por ejemplo hubo ayer el triple de contagios.

Y eso, para mí, ni es alcanzar el famoso pico ni debemos precipitarnos para empezar a bajar de la cumbre.


Porque corremos el riesgo de dejarnos los cuernos en la caída.

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