Los que ya peinamos canas o somos medio calvos como yo seguro que recuerdan una canción que estuvo de
moda cuando éramos pequeños; hablo de La yenka. Sí, aquella que cantaban y
bailaban dos chavales que no eran de aquí y que decía más o menos así: "Izquierda, izquierda, derecha,
derecha, adelante y atrás, un dos
tres....". Pues ahora me ha
venido en un flash, cuando no sabía de qué hablar hoy y mira por donde ya tengo
el arranque.
Después
de los aplausos en las ventanas vamos a bailar la yenka.
Reconozco
que tener que tomar una decisión como la que ha tomado hoy Pedro Picapiedra en
relación con el tema del COVID-19 no la quiero yo ni en pintura, pero a fin de
cuentas tampoco tengo las ventajas que tiene el susodicho, verbigracia: vivir
en la Moncloa, por citar un ejemplo. Así pues, el hecho de vivir yo en un piso
de 70 m2 me exime de decidir cuándo, dónde y porque comenzar la "desescalada", más bien
llamada ahora "el retorno a la
nueva normalidad".
¡Chúpame
la minga Dominga!.
Se
han sacado de la manga unas medidas que parece que las hubiera tomado un sastre
ciego. Me explico: Cuatro fases de quince días cada una (que al final serán
catorce, como siempre) al ritmo de la yenka, según la letra de arriba. Del 0 al
4 para mi suman 5, yo entiendo que se empieza a contar desde el 1 pero bueno.
“Vamos a echar toas las tajás de golpe
y arrimarle la lumbre, a ver si acabamos enseguía...”. En consecuencia parece ser que van a
probar el guiso para ver si se les va añadiendo o quitando ingredientes antes
de que se les queme del todo. Y yo conozco uno que probando probando se le fue
la gana de comer.
Porque
sino como se entienden medidas tales como abrir las peluquerías con cita
previa. Los peluqueros peinan o lavan el pelo a una clienta mientras otra esta
con los rulos puestos o la permanente cociéndose. Y entre col y col te hago
unas mechas. Ahora, de una en una ¿qué van a hacer entretanto, sentarse a hacer
un sudoku?.
Otra:
los restaurantes que puedan servir comida a domicilio; los hoteles pero solo
para dormir, sin desayuno ni nada. ¿Quien acudirá a un hotel si no nos podemos
desplazar, no ya de una Comunidad a otra, sino entre provincias de la misma
Comunidad?. Ah sí, yo por ejemplo, en lugar de dormir en mi casa me iré al
hotel, que se está más guay y me ahorro de hacer la cama. Pienso que no es
rentable abrir este tipo de negocios con tanta restricción
.
Los
bares, con limitación de aforo y, de momento exclusivamente en la terraza. Los
restaurantes, en las siguientes fases, con mesas separadas, comiendo como si estuviéramos
en el locutorio de la cárcel tras una mampara de cristal. ¿Y para llevar el
bocado a la boca?. Fase 1: pincha, 2: corta, 3: aparta la mascarilla y cuatro:
introduce en la boca.
¡Pa cagarse y no torcarse!.
Otra
más, que esta me da mucha risa: “los
futbolistas profesionales podrán volver
a entrenar”, y yo me pregunto como de mal lo van a pasar, pobrecillos, sin
darse ni besitos ni palmaditas en el culo. No podemos ir a ver a nuestros
padres o hijos, pero sí que podremos ir a misa, que contamina menos, o al gimnasio,
siempre que no haya contacto físico o se tenga que usar el vestuario. ¿De
verdad se han parado a pensar?.
Cierto
que en algún momento se tendrá que empezar a pensar en dejarnos en libertad,
aunque sea condicional, pero el sentido común nos dice que hasta que no hayan
menos victimas (ayer 325 más) o se compruebe efectivamente que de verdad
estamos ganando en la lucha, hasta entonces no hay que jugar a la ruleta rusa.
En Madrid, por ejemplo hubo ayer el triple de contagios.
Y
eso, para mí, ni es alcanzar el famoso pico ni debemos precipitarnos para empezar
a bajar de la cumbre.
Porque
corremos el riesgo de dejarnos los cuernos en la caída.
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