lunes, 13 de abril de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 29. La hiber-nación.




Me escuecen los ojos y me encuentro molesto por ello, aunque conozco la causa, que no es otra que el exceso de leer y estar frente al ordenador más de lo necesario y aconsejable. Pero ¿qué otra cosa puedo hacer que no sea eso?. El tiempo se multiplica y las horas se alargan durante el día sin otra cosa que hacer entretanto. El único momento en que puedo salir del confinamiento es cuando paseo a mi perro, pero hasta eso se ha convertido en una rutina tal que no ayuda a levantar el ánimo.

Sigue muriendo gente, menos que ayer pero todavía asusta el número de 517, mientras siguen sin tener claras las ideas los responsables de luchar contra la pandemia. Cuando digo  luchar no me refiero a los que de verdad lo hacen, a los sanitarios, a las fuerzas de seguridad, etc. sino a los que desde sus poltronas y con su asegurado sueldo no se sacan la mierda de las manos. La última, o mejor será decir la penúltima, ha sido la de lavueltaalcoledelCorteInglés, osea, el fín de la hibernación; en román paladino: la vuelta a la actividad de los trabajos no esenciales.

Y digo yo, ¿qué falta hace permitir que abra una papelería, una tintorería, una tienda de ropa para niños....?. ¿Estamos locos o qué?. Lo único que se va a conseguir, y me gustaría equivocarme, es un mayor contagio que no podremos constatar hasta dentro de dos o tres semanas, con lo cual habremos tirado a la basura todo el tiempo que llevamos encerrados.

Tienen la cabeza dentro del culo.
Pero van a repartir mascarillas en los puntos álgidos de transporte colectivo. Tranqui, tronqui.
Mañana seguro que se les ocurre algo para sorprendernos.



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