Por
mucho que me esfuerce no llego a comprender la relación que pueda existir entre
la pandemia y el abandono. Hablo del abandono que sufren ciertas actividades
municipales, precisamente ahora que las calles están prácticamente vacías,
tanto de tráfico como de viandantes, y es por eso que llama la atención
poderosamente la falta de cuidados.


Trasladando
el tema a la vía pública, ahora es el momento de reasfaltar, de repintar las
señales viales en tierra, de reparar los semáforos estropeados; en definitiva,
de mantener la ciudad arreglada, sin molestias ni para los operarios que deben
hacer los trabajos, ni para los usuarios que la transitan.
Hoy
no quiero hablar de muertos, a pesar de que antes de ayer fueron 567 y hoy 523,
porque aunque haya bajado la cifra continúa siendo estremecedora. Asimismo dejo
de meterme con los políticos para que descansen un poquito, que todavía quedan
días para atacarlos. No estoy de humor. Me pesan los días y me deprimen.
Probablemente también esté engordando, que es peor porque, a pesar de la
tristeza acumulada durante este mes, no hay manera de que se me quiten las
ganas de comer.
Y eso
no hay mascarilla en este mundo que lo evite.
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