Desde
hace unos días estoy bastante bajo de ánimo por culpa del encierro, aunque ayer
se redujera un poco por ver más vida en las calles con motivo de la
"suelta" de niños. Normalmente escribo un poco más tarde, para ver
los datos del día anterior, pero hoy me queman los dedos y me sale humo por las
orejas tras ver las noticias, que sólo han confirmado lo que esperaba, pero
añadido y aumentado.
Las
imágenes ofrecidas desde diversas poblaciones muestran el descontrol en las
calles y, sobre todo en los parques públicos y zonas de esparcimiento, sin
olvidar a las playas. Bien está que los niños hayan tenido la oportunidad de
romper el confinamiento si con ello se podía generar una esperanza para los
demás de salir, asimismo, el próximo fin de semana. Pero se ha comprobado que
los responsables últimos del comportamiento infantil se han pasado las medidas
por el forro.
En
mi ciudad, Valencia, ha sido bochornoso, insultante y desproporcionado.
Vergüenza me da cuando veo varios niños juntos jugando al fútbol como siempre,
sin respetar ni la distancia de seguridad ni el contacto. Padres sentados en un
banco de conversación con otros padres, más pendientes del móvil -¡cuanto daño
hace!- que de controlar a sus hijos, de reconvenirles al ver que están haciendo
lo que no deben. Pero los niños han demostrado, mientras han estado encerrados,
la resilencia que se esperaba, porque tontos no son, pero necesitan que se les
expliquen las cosas.
¿Qué espera entonces el alcalde para cerrar el Parque del
Turia?
Seguramente
estará a la espera de la inspiración divina, la misma que necesita para
decretar de una vez la suspensión de las Fallas 2020. ¡Que hay que joderse con el
tema.....!.
Pero
parece ser que los que más están necesitados de que se les expliquen las cosas
son los padres, y de nuevo se confirma que solamente obedecemos con el palo,
porque otra cosa no se comprende. No entienden que nos estamos jugando mucho,
no únicamente el poder salir el próximo sábado, sino prolongar sine die el
estado de alarma y con él, más semanas de encierro. Dentro de catorce días
podremos saber el resultado del experimento, que es el plazo estimado para
conocer el número de contagiados por los nenes.
El
des-gobierno, presionado entre otros poderes fácticos por las Comunidades
Autónomas, no se atreve a ordenar que todos tengan que atenerse a las mismas
normas de comportamiento ante la epidemia y el estado de alarma, y controlar
que se cumpla por igual en todos los Reinos de Taifas, más preocupados sus presidentes
de dictar normas particulares que del bien común. Por eso, hoy se debería
cerrar el parque del río en Valencia y vigilar exhaustivamente el paseo por
todas las zonas de las ciudades.
Y
al que se pase, al que no cumpla las normas, leña al mono, y así aprenderá, que
no hay mejor enseñanza que esa, parece ser. Cuanto menos para salvaguardar a
los que sí que las cumplen, simplemente siendo responsables de sus hijos,
porque estos padres están haciendo una doble labor, cumpliendo las leyes y
enseñando a sus hijos que también ellos deben cumplirlas. No hay derecho a que
yo tenga mi libertad en manos de irresponsables y gilipollas.
Por
cierto, como es pronto para conocer los datos de fallecidos, y teniendo en
cuenta que durante el fin de semana el recuento lo deben de hacer monos
amaestrados, porque de otro modo no se entiende el desfase, como es pronto,
decía, añadiré más tarde el número para que quede constancia.
Definitivamente han contado los monos, porque son 337 las víctimas.
Definitivamente han contado los monos, porque son 337 las víctimas.
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