Querido Andrés:
Hoy vengo con un par de noticias que he de contarte, por lo extraño e inusual de su contenido, pero que me han dejado sorprendido. Resulta que la otra noche me dispuse a ver un documental que hacían en la televisión sobre Whitney Houston, ya sabes, esa chica tan bonita y con una voz sorprendente que nos dejó hace poco tiempo, en la flor de la vida, al igual que pasó contigo, exceptuando que no ha de aplicarse en tu caso lo de "bonito" ni de "voz sorprendente". No te ofendas, pero para qué vamos a engañarnos. No das el tipo.
A lo que vamos. En varios momentos del documental aparece uno de los hermanos de Whitney, y te aseguro que, cuando lo ví, casi me caigo del sillón por la impresión. Eras tú pero digamos que "en fase de negro". Me explico: algunos caballos cambian de color, por ejemplo el tordo en fase de blanco, que, habiendo nacido con el pelaje bayo o incluso marrón, termina siendo blanco. Pues lo mismo pero al revés, para que me entiendas.
Eras tú, con tu tipo, tu aspecto, incluso con gorro, pero más morenito, y claro, me quedé de piedra porque sentía algo así como que, tarde pero todavía a tiempo, me mandabas una señal para que supiera que tenías una deuda conmigo; es decir, que de algún modo te comunicabas y me hacías saber que recibías mis cartas. Todo eso en el universo imaginario que compartimos. Ya sabes, ese que es privativo entre tú y yo. Aunque pueda parecer mentira y no todos se lo crean.
Te adjunto una foto, o varias, para que veas que no miento. Y es que la vida nos sorprende a cada momento con cosas tan dispares que hemos de estar preparados para todo. Y tú, ya ves, tienes un doble en los Estados Unidos. Casi ná.
Pero avisa la próxima vez, que casi me cago del susto.
Segunda noticia. Y no la sabe nadie todavía, así que vas a ser el primero. Esta mañana he estado en tu casa para pagarle a tu hermana un arreglo que me hizo en el baño, y, hablando con tu querida madre, ha surgido la conversación, como siempre, acerca de tí. Y me ha dado a elegir una de tus cañas, que están apoyadas en la pared como tú las dejaste la última vez. Sin dudarlo me he llevado la del "Patriarca", caña con solera y tal vez mal fario, toda vez que no es de un muerto, sino de dos, que tiene guasa. Pero aún así corro el riesgo, porque ya sabes como nos las gastábamos Luís y yo al respecto cuando te veíamos ¿pescar? con ella. Está hecha una gorrinería; no esperaba menos tratándose de tí, pero confío en que podré volverla a la vida tras el paso por algunos lavados, cambio de sedal y cosas así.
Haz fuerza desde ahí para que se le vaya el gafe y pueda pescar con ella algo de provecho. Te prometo que, de ser así, estaré nuevamente agradecido contigo. Ya te contaré como quedo.
Y poco más, amigo, que no te sepa mal la comparación, porque está hecha desde el cariño, y me alegré un montón al recordarte, como siempre, pero esta vez más gráficamente. Y nada, que sigas tan "templao" como siempre y no olvides que aquí, muchos te recuerdan.
Y yo te echo de menos cada día que pasa.
Tu amigo.
-Miguel-