"SEÑOR PEPE”, O LA SEMÁNTICA, SEGÚN ANDRÉS.
Querido Pepe, o señor Pepe, o Jóse, en definitiva, querido amigo:
Porque esa es la pura verdad, la amistad que durante tantos años llevamos cultivando es lo que tenemos que agradecer, al margen de cualquier otra cosa que pasa a ser menos importante. Una amistad forjada gracias a nuestro llorado Andrés, que fue quien nos presentó, aunque tú no has formado parte estricta del trío que ha pasado calores y fríos pescando al corcho, sin importarles el tiempo ni la estación del año. Tú eres más de pescar, o lo eras, con el fontanero, en “petit comité” y con lanzadora, pero eso no quita que formes parte del grupo.
A menudo me pregunto, y lo hago de verdad, cómo es posible que tú, con la cantidad de gente importante con la que te codeas, hayas podido contemporizar con gente más, digamos normal, como nosotros, sin importar la escala social que coloca a cada uno en un nivel. Y eso es casi lo que más me gusta de tí, de nuestra amistad, porque eres uno de los nuestros, y hoy en día es algo que no es fácil de encontrar. Tú te codeas con directores de hospital, con grandes médicos, con políticos y empresarios, y, a la vez, con personas como nosotros, no por más humildes menos significativas. Eso dice mucho de tu actitud.
Me llama poderosamente la atención, y, sin embargo yo también caigo en la trampa, de que, a menudo se te hacen –te hacemos- consultas jurídicas por el mero hecho de ser abogado, como si, al encontrarnos con un médico a la hora de almorzar le dijésemos que nos echara un vistazo a la próstata, para explicarnos por qué meamos tan a menudo, o a un director de cine porno cual es la mejor postura. Y eso es una cosa que sucede tan a menudo, que ya la consideramos como algo natural.
Yo mismo te he consultado alguna vez, no voy a negarlo, y eso me hace culpable como a todos los demás, pero a veces sale de forma inconsciente, debido a la familiaridad y al trato tan cercano. Siempre has estado ahí para aconsejarme, por lo que te doy las gracias de corazón, y nunca he estado a la altura en el modo de agradecértelo. Ahora bien, con motivo de tu cumpleaños, que hoy celebras, he querido hacerte mi regalo en forma de esta carta, una carta solo para ti, que no está colgada en mi blog, a menos que tú así lo decidas, porque es algo personal. Te lo debía.
Una carta en la que te expreso mi agradecimiento por tenerte como amigo, una palabra que se usa habitualmente con mucha ligereza y que las personas no valoran en la medida tan importante que tiene. Porque amigos, amigos de verdad se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos. Al menos así lo entiendo yo, que tengo muy pocos, o es que quizás valoro mucho calificarlos como tal.
Sabes del cariño que le tengo a Andrés, y también a Luís, que no es menos del que te tengo a ti, aunque pueda parecer lo contrario por aquello de que hemos compartido más horas juntos; no obstante, disfruto cada mañana de almuerzo contigo por tener un momento de conversación seria y equilibrada, al margen de que podamos pensar igual o de diferente manera en cuestiones diversas.
Y es por eso que quiero seguir siendo amigo tuyo y cultivar algo inmaterial y necesario para la vida, al margen de las miserias que nos toca vivir a diario, que no son pocas, pero si las compartimos, aunque sea entre bocado y bocado, parecen menos.
Una vez me dijiste, con ocasión del fallecimiento de Andrés, una frase lapidaria que me llegó muy hondo. Esa frase era: “Cada día tengo más dinero y menos amigos”, y yo me alegro de lo primero y espero que siga presente en tu contador como uno de tus amigos que disminuyen en número.
Con eso sólo me conformo. No necesito más.
Tu amigo.
-Miguel-
P.D.- A mayor abundancia, aquí dejo una lección de protocolo, por si, quien sabemos llegase a leerla y aprendiera de una p… vez: https://protocoloconcorse.es/don-senor-usted-palabras-lxxi/