Conozco a una persona que agradece lo que escribo y me pondera, tal vez en demasía, lo cual, no lo negaré, me llena de orgullo y satisfacción. ¿De qué me suena esta frase....?. En fín, a lo que vamos. Es compañero de almuerzos y otros actos sociales más o menos festivos cuando acompaña el buen tiempo y nos podemos reunir en Cullera.
Digo conocido y no amigo, aunque espero que no se moleste porque para mí, la palabra amigo tiene unas connotaciones que no puedo ni debo frivolizar, y así como aprecio su compañía y la de otros que también concurren en estas ocasiones, estimo que no nos conocemos lo suficiente como para atribuirnos ese nombre.
Espero fervientemente que o me lo tome demasiado en cuenta, que las sensibilidades están a flor de piel, y no es cuestión de importunar.
Pues, retomando el tema, hace poco me aconsejaba que escribiera sobre los almuerzos que compartimos, en el sentido de que, según él, existe más consenso a final de los mismos que al principio. Y digo yo que algo tendrá que ver el hambre, que es tema inaplazable, y también, como no, la sed que se tenga, porque, no cabe duda, la bebida desata las lenguas, no queriendo decir con esto que nos pasemos de la raya, por supuesto que no. Pero no se me puede negar que ayudar ayuda.
En estas cuitas andamos reunidos hablando de lo divino y de lo humano, evitando, en la medida de lo posible, que cada uno es de su padre y de su madre, hablar de política, que lo único que puede aportar, hoy por hoy, es una mala digestión o cuanto menos cierto reflujo esofágico nada grato en lugar de pasar un buen rato.
Y además queda feo.
Es un señor, en el amplio sentido de la palabra –y no lo digo porque siempre nos invite a una ronda, que también- y como tal lo trato, con sus cosas, con sus sorna y su ironía; con ser catalán (1) presumir y ejercer de ello, -al menos de boquilla- y, sobre todo, por ser un contertulio ocurrente y procaz, en su aceptación semántica de desvergonzado, atrevido, descarado –que no Prozac, no confundir-, con el que la tertulia adquiere mayor interés si cabe.
Volviendo a su propuesta, considero que el almuerzo transcurre de diferente forma según el día, según la actualidad y según el estado de ánimo de las personas, el cual, en estas citas suele ser bastante predispuesto a pasarlo bien, que para lo contrario tenemos más de lo que quisiéramos, y así intentamos que sea. Pero es posible que tenga razón y se desarrolle, como apunté antes, de mayor a menor –el cremaet y el vaqueret van haciendo marcha-, pero siempre es una buena ocasión para volver a juntarse.
No voy a citar nombre alguno. Él ya lo sabe, y los demás, a poco que lean entre líneas, también se darán cuenta. Y también sé que me sabrá perdonar –eso espero- por todo lo que digo en el primer párrafo, porque considero que es verdad, al menos mi verdad, y no es muy difícil de entender y aceptar, así que, desde aquí te mando un fuerte abrazo y el firme compromiso de seguir tratándonos como si nada hubiese pasado.
Es lo que tiene ser buena gente.
(1).- Esta entrada se escribió hace una semana pero, al no disponer de Internet tuve que posponer su publicación hasta después. Es obligado hacer mención a un cambio que puede ser, o no, importante y, lo cierto es que no cambia sustancialmente el sentido de la misma. Se trata de que, tal vez en un lapsus linguae, se le ha escapado que es charnego, o al menos eso he creído escuchar, y, por lo tanto, debía hacerlo constar. No pasa nada, te vamos a querer igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario