Me resistía, en principio, a escribir una entrada en el día de hoy, porque muchos aficionados recuerdan el infausto hecho acaecido un 16 de Mayo de hace 92 años. Me resistía, digo, todavía indignado por lo que ví ayer en la plaza de Madrid, y no me gusta poner en el mismo saco el recuerdo de Gallito con el olvido que merece Julio Aparicio.
Lo de ayer no es comparable siquiera con lo que se cuenta Rafael El Gallo, o lo que se ha visto de otros toreros como Curro Romero o Paula, sin ir más lejos, porque una persona en cuyo DNI supongo que figura como profesión "matador de toros" puede, en un momento dado pasar sus fatiguitas -que fueron muchas- , pero lo que no es de recibo es inhibirse totalmente de sus obligaciones, con el agravante de que, además, era el director de lidia. No es sólo miedo, es desverguenza, porque no cumplió con el deber de posible auxilio a un compañero al parear, estando, como es preceptivo, detrás de él. ¡Se estaba más seguro junto a las tablas..........!.
Supongo que, como yo, y gracias a la "indiscreción de la cámara superlenta del PLUS, todos pudimos apreciar como, en su segundo toro, además de no pasarlo ni una vez de capa, le decía al peón de brega "¡Pónlo...!", y luego, una vez más, cuando el toro ya había sido masacrado por el hermano del Fundi, "¡Que lo pongas...!".
Y eso lo vió todo el mundo que estaba frente a la tele. Todavía se hizo el desentendido cuando, tras haber cambiado el tercio el presidente, volver a mandar el toro al caballo, y pedir, tras una nueva vara, el cambio con la mano.
Y los del plumero a verlas venir. Solamente le reconvinieron cuando, tras ¿matar?, o debería decir masacrar al toro, le obligaron a dirigirse con el saludo a la presidencia.
¡Que vergüenza, señores...........!.
Si no está para torear, que no toree, que algunos entenderíamos que la fuerza se le fué por la boca, con el doble y cruel significado que pueda tener la frase. Pero volverá para hacer el paseillo en la segunda que tiene firmada, con dos coj......, que no hay que confundir el culo con las témporas, o las almohadillas con el parné.
Si le quedara al menos un atisbo de honradez, diría como "Guerrita":
"En Madrí que atoree San Isidro".
Pero el segundo Califa también dijo, al saber de la muerte de Joselito:
"Se acabaron los toros..........".
Y eso fué lo que sentí yo ayer.
-MiguelitoNews-
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