jueves, 7 de octubre de 2021

CARTAS A MI AMIGO. (El reencuentro; o lo más parecido a ello).


Querido Andrés:

Esta mañana he ido a verte, y he estado donde ni en el más remoto de mis pensamientos hubiera querido hacerlo, pero es lo que hay y no he tenido más remedio que hacerme el ánimo a duras penas. Hace mucho tiempo, ya lo sé, pero por unas cosas o por otras, por temor a verme en la situación que me he visto hoy, o por quien sabe qué lo he ido demorando más de lo normal.

Pero te lo debía.

 No sabía donde era, pero preguntando se va a Roma y así lo he hecho. Ha sido decir tu nombre y contestarme el empleado: ¿El fontanero…..?. Así de conocido eras. No es para menos. Y allí he visto tu foto tocando la dolçaina, en una imagen que te representa fielmente. Y allí se me ha vuelto a hacer un nudo en la garganta y un mar en los ojos al recordarte y, sobre todo, echarte mucho de menos.

Porque con la mierda esta de la pandemia ni siquiera nos dejó darte el último adiós en su día, debiendo tragarnos las lágrimas y la rabia a distancia, porque no era aconsejable acudir por el tema de las reuniones de más de quince personas. Aunque no dudo de que iría una multitud.

Tú no te merecías menos.

La última vez que nos vimos fue, como no, frente a un carajillo- que ya sé que tú café no tomaste nunca- cuando viniste a mi casa a rejuntar el plato de ducha, y nadie podía imaginar lo que estaba por llegar. Te noté cansado, nada demasiado extraño cuando trabajabas, por el tipo de trabajo tan pesado que hacías, pero, sobre todo te encontré triste; no era tu estado natural, como si estuvieras incubando la enfermedad, cosa que era altamente probable y no lo sabías. Siempre encontrabas algo para venirte arriba y soltar algo gracioso.

Hoy he estado también en tu casa. No podía estar en el pueblo sin pasar a visitar a tu familia, y he visto a tu madre y a tu hermana, pero no a ninguna de las Marías. No importa. Ellas saben que me acuerdo. Allí, junto a la entrada, en un lado estaban tus cañas, como las dejaste el último día, preparadas para otra sesión con tus amigos, para otra nueva “porra” o una buena “peixquera”. ¿Quién sabe?. Es altamente probable, y a la experiencia me remito que, quizás hurgando en tu bolsa de los aparejos todavía se pueda encontrar algún resto de cebo o tal vez alguna “cameta” con el gusano ensartado. ¿Sería muy raro?.

Tu madre me ha dicho que tus últimas palabras para con tu mujer fueron algo así como “Me encuentro muy mal. Cuidéuse”. A pesar de tú eras el que estaba a punto de dejarnos, a pesar de eso tuviste que mirar por los demás, con tu generosidad inmensa, y mirar porque no les pasara nada.

Tú eras así. Un hombre bueno.

Por eso te agradezco que fueras mi amigo, porque no abundan los tipos como tú y, los pocos que hay, cuesta mucho encontrarlos. Y contigo fue muy fácil. En realidad tú hiciste lo principal; fue muy sencillo llegar a quererte y continuar haciéndolo desde la distancia infinita que nos separa.

Tu amigo.

-Miguel-

martes, 28 de septiembre de 2021

CARTAS A MI AMIGO. (¡Qué divertido es esto de la pesca.....!)

 

Querido Andrés:

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te escribí, lo sé y lo siento, pero en mi vida también han surgido complicaciones que me han hecho olvidar la cita que regularmente tenemos para contarnos, o más bien contarte lo que pasa por aquí.

Un verano entero sin ti, el primero de todos los que me quedan por pasar y se hace duro. Muchos recuerdos vuelven a pasar factura muy a mi pesar, pero como siempre se ha dicho: el mundo gira y hay que seguir viviendo, para bien o para mal. Y eso hago, o al menos lo intento, pero créetelo, es jodido. Mucho. La verdad es que casi no he ido a pescar, en parte porque no hay Dios que pesque una mierda y también porque ni he tenido tiempo ni el mar estaba por la labor. Y no son excusas, ya que hasta Luís se ha prodigado poco.

Y hablando del ruin de Roma te lo tengo que contar o reviento. Resulta que estuvo de vacaciones en Septiembre y yo, por entonces, estaba ocupado con temas familiares, con lo cual no nos hemos juntado excepto para almorzar el domingo pasado. Pero te cagas lorito. Se va una mañana al panorama y, entre otras piezas pesca una dorada de más de tres kilos con la caña de corcho.

  Mira que contento está el mamón. Me contaba que tardó veinte minutos en poderla sacar del agua y con ayuda de un salabre, por supuesto.

Ya sabes de la “lana” que siempre tiene, lo cual no obsta para admitir que es uno de los mejores pescadores de la “contorná”, y no te digo más si lo comparamos contigo y conmigo. Pá mear y no echar gota. Si llegamos a estar presentes no sé lo que habría podido pasar. Lo que desconozco por completo es si la pescó valiéndose de “la técnica” o con buenas artes. Nunca lo sabremos. La cuestión es que te adjunto la foto para que te chirríen los dientes.

¿Recuerdas cuántas doradas sacamos el Julio pasado tú y yo?.

Como sabes que no creo en todas esas cosas, te dije una vez que, si tenías a bien intentar comunicarte conmigo desde donde estés –cosa que dudo- solamente tenías que hacer que pescara un sargo real grandecito para convencerme. No ha sido así, pero mejor, porque si alguna vez pasara algo así me iba a cagar del susto y a replantearme desde cero el ir a hablar con la Iglesia. Y eso no está en mi ánimo.

Aquí seguimos embozados con la puñetera máscara porque la pandemia continúa tocando las narices y se pasa mal. Imagínate tú todo el día con ella puesta con estos calores, pero no hay manera de acabar con esto. Yo no sé cuándo podré tirarla a la basura para siempre y volver a respirar normalmente, o al menos, como dicen los políticos, con “la nueva normalidad”. Que hay que joderse con la palabrita.

Me contó María que tu hija sacó unas notas excepcionales, con un diploma honorífico incluido, y eso me hizo sentirme tan orgulloso como si fueras tú. Por un momento me puse en tu piel e intenté absorber toda esa alegría para, posteriormente, transmitirte por el conducto que tenemos establecido tú y yo, la sensación más grande que podías albergar en tu cuerpo. Me lo permites, supongo.

Y poco más tengo que contarte. No pasan muchas cosas, y la mayoría no son tan buenas como quisiera, pero de vez en cuando está bien que te ponga al día y hablemos un poco, aunque sea epistolarmente y solo hable yo, que esa es otra. Pero me hago cargo de tus limitaciones.

El sello desde el Más Allá debe de costar un huevo.

Tu amigo.

-Miguel-

 

domingo, 19 de septiembre de 2021

DIARIO DE LA QUINTA OLA.


23 de Julio de 2021. “Annus horribilis”, ríete tú del de la reina Isabel II del Reino Unido.

Tristeza y rabia, o rabia y tristeza, no sé cual de la dos echar por delante, como dicen los toreros, pero creo que una es consecuencia de la otra, así que casi da lo mismo el orden.  Siento rabia, mucha, por la situación que tenemos que soportar, no solo yo, sino el resto de mi familia más cercana, y no creo que hayamos sido tan malos como para tener que purgar este castigo. Entiendo que hay una cosa indudable en esto de la vida, que es el tener que ocuparse de tus mayores porque también ellos se ocuparon de nosotros cuando éramos tan dependientes como lo son ellos ahora.

Yo desconozco si llegaré a esas edades ni si seré tan, digamos desobediente con los que tengan la desgracia de ocuparse de mí. De ahí que ahora se me antoje tan difícil el batallar a cada momento para evitar males mayores que, a no dudar, están a la vuelta de la esquina y ellos no quieren o no saben ver. Y yo tengo un temperamento que es incompatible con la mínima dosis de paciencia necesaria para llevar esto.

Lo intento, costándome una enormidad, pero llega un momento en que no puedo más y salto, a pesar de que, como me ha dicho hoy mi amiga Pili, respiro hondo, pero creo que cuanto más hondo respiro más profundamente entra la amargura. Y tengo ganas de llorar. Y lloro, no lo que debería pero si un poco. No es justo, pero es lo que hay, como bien dice Montse, a quien, muy a mi pesar, le alcanzan los daños colaterales. Mientras que otros, con mayor obligación, tomaron las de Villadiego hace años y eso, cuando se te calienta la sangre hace que hierva sin añadir más fuego.

Escribo para desahogarme. Me sirve un poco como válvula de escape. Pero como siempre me pasa, la inspiración me llega por las noches cuando ya estoy en la cama y no puedo poner por escrito todo lo que me viene a la mente, y creo yo que debe de ser por culpa de las Musas, esas que se supone le calientan la cabeza a uno. Pero deben de ser más o menos como mi hija María, que duerme de día y vela de noche, con lo cual no hay manera humana de llegar a buen término.

Y mira que compongo cada ripio en mi cabeza que, de poder escribirlo llenaría un par de hojas al menos, pero no me he decidido todavía a levantarme y ponerme a escribir. Ahora me cuesta el doble escribir la mitad. Y encima es muy prosaico. Con lo rimbombante que me sale tumbado y lo soso que queda ahora.

Ahora estoy solo, no he encendido siquiera la televisión y, a pesar del calor reinante no estoy demasiado mal. Tranquilo de momento, que mañana por la mañana vienen mal dadas, como cada día; pero en estas horas solamente tengo la desagradable molestia de ver a los malditos bichitos que pululan día y noche por la casa, saliendo de todos los rincones inimaginables. ¡Y como corren los cabrones….!.

Creo que nunca he sido mucho de aceptar eso del Más Allá; ni como premio ni como castigo, y cada día me ratifico más en mi pensamiento porque ni soy tan bueno como para alcanzar la gloria eterna ni tampoco para arder en el más profundo de los infiernos con un demonio pinchándome en el culo para que me haga vuelta y vuelta sin pasarme. Vaya, lo que los anglosajones llaman “medium rare”. La vida es un tránsito que a cada uno se le reparte según van llegando, porque de otro modo no entiendo el criterio que se sigue para que unos vayan sobrecargados de bondad llegando a ser tontos del culo, mientras que otros no merecerían ni respirar.

Y conozco alguno de los dos tipos. Para variar, mezcladito, y así no nos aburrimos.

Y yo, ante todo y sobre todo, tengo que reconocer que soy un privilegiado; con un poquito de lo malo también, que hay que sufrir un mínimo de cuota. En el bombo que rige los destinos de la vida no es que me haya tocado el gordo, pero podíamos decir que al menos la pedrea sí. He tenido la enorme suerte de encontrar a la mujer de mi vida en una persona que a veces creo no merecer, porque mira que le he dado disgustos; algunos ajenos a mi voluntad por culpa de mi enfermedad, por la familia adosada de regalo y otros por ser un capullo redomado. Y ahí está, al pié del cañón día tras día, para ser mi consuelo y mi paz.

Porque no puedo decir que sea cariñosa en exceso, no es eso, ella a su modo quiere a la gente sin aspavientos y a mí me ha colmado siempre de felicidad y no he podido desear más que lo que siempre me ha hecho sentir, es decir, un gran amor que crece exponencialmente con cada día que pasa. Yo se lo digo, pero ella no me cree. Y es verdad. ¿O será que me estoy haciendo viejo y más sensible a la carrera…..?. Yo sigo creyendo que no. Es la verdad de la buena.

Nunca me ha sabido tan bien el escuchar un “Te quiero” estos dos últimos días, esas dos palabras que a mí tanto me cuestan decir y que no tengo perdón por no hacerlo. A menos una vez al cabo de las mil. Y ese “Buenas noches, cielo”, que me sabe a gloria bendita. ¿Por qué seré tan cenutrio….?.

También he tenido, y continúo teniendo, dos hermosas hijas y otras tantas nietas. Más que hermosas, que lo son, sanas, que es el verdadero y mayor de los regalos que se pueden esperar en este mundo, porque desgraciadamente también he tenido lo contrario en mi familia durante años, y ahora, cuando se supone que tengo una edad para disfrutar de acuerdo con mis años en muchas cosas, ahora se me complica la vida un montón.

Yo creía haber pagado la parte que me correspondía durante más de treinta años de mi vida conviviendo en la cuerda floja, siempre al borde de la ruptura, siempre al límite de que se desatara la locura y mi padre entrara en acción. Porque era él quien abría el fuego sin mirar a quien podía lastimar. Y lastimaba mucho, y demasiado a menudo. Con el tiempo he llegado a pensar como podía ser tan insano el vivir así, siempre de gresca. Anulando voluntades y agrediendo cobardemente a quien no quería ni podía defenderse.

Reconozco ahora que fui un cobarde por consentir entonces todo eso.

Y ahora yo, y por consiguiente las personas a las que más quiero, nos vemos en una situación que siendo parecida es, a la vez, distinta. Pero igual de mala e indeseada, y con la misma solución que la que hubo anteriormente, es decir: ninguna. Al menos no la encuentro. La historia se repite; mi abuela murió con la pena de dejar la carga de su hijo a mi madre y ahora ésta tiene la misma pena al ver llegado el fin de sus días dejando tras de sí lo mismo para sus hijos. O mejor dicho, para su hijo. Que el otro ya dijo que no tenía madre conocida.

Y eso hace acrecentar la rabia que mencionaba al principio cuando pienso en cómo se puede ser tan mezquino y despreciable, por decirlo con palabras normales, desentendiéndose de todo y de todos para luego, cuando pregunta y se le cuenta la realidad del día a día, es entonces cuando, lleno de lo que cree  es estar siendo ofendido, entonces es cuando sale gallito y quiere arreglar las cosas a golpes.

Y la tristeza te alcanza cuando piensas más detenidamente de lo que debieras en todas esas personas, por llamarlas de algún modo, que se creen con derecho a todo y sin obligación alguna. A esos que, cuando les pones las peras al cuarto –que también uno tiene su genio- a esos que te esperaban dócil y sumiso les es difícil digerir que osen enfrentárseles. Y hasta que llega ese momento tú convives con tu tristeza. Y tú rabia.

Y lo dejo por hoy, que se me acaban las ideas, por lo menos hasta que me acueste, ahora que, con este calor que estamos pasando, con esta noche tropical, igual me levanto y me reengancho.

O mejor no. A la cama, que ya es hora.

-MiguelitoNews-

 

                                                                                                        ,

 

miércoles, 23 de junio de 2021

CARTAS A MI AMIGO. La noche de San Juan.

 

Querido Andrés:

Hoy más que nunca tengo que escribirte, porque hoy es uno de esos días grabados a fuego en tu persona. Uno de esos días como los viajes a Andorra, la comida de Venta Gaeta, los toros en la Feria de Albacete o los domingos de mañana en el mercadillo de Corbera.

Esta noche es la noche de San Juan; noche mágica donde las haya que, a falta de tener un Stonehedge en nuestras tierras, es una tradición a la que tú nunca solías faltar. A la magia que se le supone a esta noche –y digo que se le supone porque es lo que dicen todos, que yo no la he vivido nunca- a esta noche, repito, tú le añadías tu particular modo de celebrarla.

Entre las palmeras de la playa, con toda la parafernalia que, a media tarde ibas montando, se congregaban algunos de tus amigos y/o conocidos y luego, con el paso del tiempo, se ampliaba el aforo con algún curioso que se acercaba a ver qué pasaba con tanto alboroto y al que tú, como era de esperar, convidabas inmediatamente.

Ya sabes que yo nunca fui, soy poco aficionado a las multitudes, y tú no eras precisamente alguien que se conformaba con juntar a un par de amigos, ni para esta celebración, ni siquiera para un simple almuerzo. Y no te digo se  trataba de algo más importante. Tú insistías y yo en mis trece. Ahora ya no tiene remedio, y me quedo con lo que me contaban al día siguiente.

En estos tiempos de penuria que corren ahora, está todo muy controlado, y se habla de que van a vallar incluso las playas para que la gente no pueda ir. Me hago una ligera idea de lo que esto hubiera significado para ti, tú que siempre has sido bastante irreverente con la autoridad, ¡cómo para prohibirte acercarte a tus palmeras!. Eso si que me hubiese gustado verlo en persona. Cena y espectáculo por el mismo precio.

En otro orden de cosas, me alegra mucho contarte como ha terminado el curso tu querida hija María, y como ha aprobado la selectividad con un 8’5 de nota. Tú, que siempre has estado tan orgulloso de ella, estarías que no te llegaría la camisa al cuerpo, y con razón, porque es para estarlo. Me lo contó María al día siguiente de estar en tu casa para preguntarles como estaban. Están bien, dentro de lo que cabe, pero eso tú ya lo sabes.

Poco más te cuento, amigo, que esto está muy achuchao y no quiero calentarte la cabeza con las miserias que nos están haciendo pasar los tiparracos estos que nos des-gobiernan. Tema tendríamos tú y yo para empezar y no acabar, pero no vale la pena. Además, ya sabes que hablar de política en los almuerzos estaba poco menos que vedado por ser nada recomendable.

Te dejo, machote, que se me acaban las ideas. Otro día que esté más inspirado seguiremos con cualquier tema, que hay muchos. Mientras tanto, cuídate mucho porque, en ese mundo imaginario en el que nos citamos tú y yo, a pesar de ser etéreo, blandito, sin problemas y chachipiruli, me da que pensar que te aburrirás, que tú eres un culo inquieto y necesitas más marcha de la que los santos, los justos y las buenas personas en general (que son las que se supone deben de pulular por ahí) te pueden ofrecer en el día a día.

En las películas ñoñas, a veces nos cuentan que alguien regresa del Más Allá o un poco más cerca, da igual y, aunque sea por poco tiempo, visita a los amigos y a los seres queridos. Mira a ver, que tu poder de persuasión es grande y, además entiendo que te estás portando requetebién, por lo que te invito a que preguntes si te darían un permiso, temporal si quieres, pero permiso para que pudiéramos volver a verte.

Los condenados del Procés han sido bastante más malos y mira tú que ya los han indultado. Con el recochineo añadido de que ya estaban de permiso para celebrar la Noche de San Juan.

¡Con dos cojones……!

Tu amigo.

-Miguel-

 

 

domingo, 25 de abril de 2021

CARTAS A MI AMIGO. (Sigo aquí).

 

Querido Andrés:

Ya lo sé, no hace falta que me lo recuerdes; te tengo un poco desatendido de un tiempo a esta parte, pero es que hay poco que contar, y además, lo poco que hay es malo. Es lo que tiene la pandemia esta y, por si fuera poco, las elecciones de la Comunidad de Madrid, que tiene tela.

Te parecerá frívola esta carta si la comparas con las anteriores, pero la vida, mi vida, sigue. Para bien o para mal sigo aquí, y si, sigo echándote mucho de menos, no creas. Cuando voy a almorzar en Cullera y me siento de cara al patio de tu apartamento, parece que estoy esperando verte salir, con tu paso cansino, reposado. Y no es así. Nunca llegas.

Los psicólogos en general y tal vez alguno más dicen, muy sesudos ellos, que como consecuencia de la pérdida de alguien querido se pasa un proceso de duelo que tiene diferenciadas partes. Y, aunque yo no soy muy amigo de creer como una verdad absoluta en lo que dicen, sí que es verdad que he pasado por alguno de ellos.

A saber: la negación, que se juntó con la ira y la depresión, tres por uno, como en el Carrefour, que yo soy muy bruto y lo pasé a la vez, con un dolor que no había sentido hasta ahora, ni siquiera cuando murió mi padre; porque una cosa es esperar que sucedan siguiendo el orden natural de la vida, y otra muy distinta es lo tuyo.

Hasta hace poco me costaba muchísimo contener las lágrimas en ciertos momentos especiales en los que parece que había un hueco muy grande por llenar. Cuando voy a pescar, cuando, como el otro día fui a almorzar con Luís al bar Hugol en el que sirven el bocadillo enorme, y recuerdo tu cara de sorpresa cuando nos lo pusieron en la mesa y tú, como de costumbre, vaciaste el contenido en el plato.

Volviendo al tema del duelo, parece ser que ahora estoy en el proceso de aceptación porque, amigo mío, la vida sigue, y con ella sus alegrías y también sus miserias. ¡Qué le vamos a hacer…..!. Y eso no implica que caigas en el olvido, porque siempre estarás ahí. No me lo tengas en cuenta.

No quiero pensar en este verano, cuando no estés para traernos los tomates, los pimientos, las sandías; todo lo que siempre has compartido con tus amigos, porque disfrutabas haciéndolo. Toda generosidad. Pero el sol seguirá saliendo todos los días, menos los que salga nublado, por supuesto, y tú, espero, nos verás desde tu atalaya privilegiada y, no me cabe duda, también disfrutarás cada vez que nos recuerdes.

En mi memoria estarán siempre los buenos momentos que compartimos. Eras más que un amigo y tu recuerdo me acompañará hasta el día en que podamos volver a pescar entre las nubes.

Porque nadie muere del todo mientras haya alguien que lo recuerde o piense en él.

Y yo lo hago todos los días.

Tu amigo.

-Miguel-

P.D.- La foto que encabeza esta entrada, a buen seguro que la recordarás y te hará reír. Los dos sabemos por qué.

 

 

domingo, 28 de marzo de 2021

CARTAS A MI AMIGO (Te dije que nunca lo haría).

 

Querido Andrés:

Te dije que nunca lo haría. Lo sabes, e insistías mucho en ello, con una mirada, con un gesto de tu cabeza –“aixó es bonico”- decías, y me decías que, tarde o temprano, lo haría. Y hoy, esta misma mañana, al final te has salido con la tuya. No paras quieto ni desde el Más Allá.

Ha sido la primera vez que he vuelto a almorzar desde que te fuiste, y ha sido duro, doloroso, al menos para mí, porque soy un sentimental -¡qué le vamos a hacer!- y lo esperaba; no me ha pillado por sorpresa. Pero, indudablemente, faltaba algo, el alma de la fiesta, la alegría de la huerta personificada. No echo de menos el tomate, ni las cebollas. Te echo en falta a ti.

Teníamos pendiente colocar una foto de una de las últimas veces que almorzamos, precisamente el día del cumpleaños del señor Pepe. ¿Te acuerdas?. Y, gentilmente, la señora Isabel nos ha permitido colgarla en una de las paredes del  restaurante como recuerdo imperecedero; así que lo hemos hecho, como puedes ver.


Ha sido una reunión en petit comité, algo desconocido para ti, que siempre solías reunir a ciento y la madre a poco que quedáramos para algo. Hemos estado Luís, Pepe, Casto, Mi yerno Paul y yo, y hemos brindado con la primera cerveza por ti. Luego, como te decía al principio, a la hora del cremaet, he cometido la barbaridad que nunca debí de cometer. Pero ha sido a tu salud, en tu memoria, para darte el gustazo de ver como sucumbía a la gorrinería; porque gorrinería es, no me lo puedes rebatir.

Y me he puesto el cremaet en la copa de la cerveza. No tengo perdón.

En fin, en peores plazas hemos toreao, como se suele decir, y hasta puede convertirse en una costumbre, insana, pero costumbre a fin de cuentas. Espero que estés contento con tu pírrica victoria tras haberme podido llevar al huerto –el que la sigue la consigue- a pesar de mis reticencias.

Al terminar, cuando volvíamos a casa, Paul me ha dicho: "Andrés is seeing us from the sky and he'll be happy", que, para que lo entendamos los demás significa "Andrés nos está viendo desde el cielo y estará contento".

¿Y cómo he podido llegar hasta ese punto?, te preguntarás. Pues muy fácil, y te lo explicaré como si fueras un niño de cuatro años, utilizando, eso sí, la terminología taurina, que sé que te gusta. Veras: una vez fue Juan Belmonte, ya sabes, el Pasmo de Triana, a ver una corrida de toros o novillada, no recuerdo bien, a un pueblo en compañía de un amigo, y resulta que el presidente de la plaza era, a la sazón,  Gobernador Civil de Huelva, y había sido banderillero suyo anteriormente, y entre unas cosas y otras, había llegado a alcanzar ese mando.

Comoquiera que el hecho llegó al conocimiento del amigo de Belmonte, le pregunto: “Juan: ¿es verdad que el gobernador ha sido banderillero tuyo….?”, y Belmonte le dijo, escuetamente “Si”., así que le volvió a preguntar: “¿Y cómo puede un banderillero llegar a ser gobernador civil?”. A lo que Belmonte, con su característica cachaza contestó: “Mu fasi, ……endegenerando”.

Y eso es, más o menos, lo que me ha pasado a mí, que al final he llegado a este punto como el de la historia. Es decir:

“Endegenerando”.

Tu amigo.

-Miguel-