lunes, 23 de marzo de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 8. Excusatio non petita, accusatio manifesta.


Cuando transcurrida la primera semana ya nos disponíamos a afrontar la segunda parte del confinamiento domiciliario, y a pesar de que sabíamos que esto podía ir a peor, como así ha sido, zas, recibimos el mazazo que no por esperado ha hecho mella en todos nosotros.
El gobierno decreta una prórroga de, al menos dos semanas más, y no porque hayamos empatado no, que el maldito bicho va ganando todavía por goleada, sino que intentamos llegar al partido de vuelta con algún gol para compensar, porque habrá partido de vuelta.A no dudar.

¿Qué pasará entonces.....?. Muchos sesudos, y no tanto, que de todo hay y opinar es fácil, máxime si te pagan por ello, muchos dicen que cambiaremos a mejor, que veremos la vida de otra manera. No lo dudo, al menos en parte. Cambiar cambiaremos, por supuesto, lo que no sabemos, yo por ejemplo, es si será a mejor o a peor. Si seremos más solidarios con nuestros semejantes o, por el contrario, más recelosos, más retraidos en el contacto físico, más egoistas y desconfiados.

Esto nos vá a pasar factura, y de las caras; y conforme vaya pasando el tiempo peor. Porque a pesar de nuestro esfuerzo individual, nuestro aislamiento forozoso, estamos viendo una respuesta tímida -por más que intenten disimular- por parte de nuestros gobernantes, más preocupados en salvar la cara -por no decir el culo, que suena feo- en sus insulsas e innecesarias comparecencias que eso si, largas lo son más que nuestro día a día actual, total para no decir nada nuevo, y si por casualidad sale algo nuevo es irrelevante.

Mucha gente está muriendo, y mucha más lo va a hacer, pese a quien pese. Tenemos que hacernos a la idea y pedir en silencio, para dentro de nosotros, sin que nadie se entere, que no nos toque. Egoistamente si. Sentir lo contrario sería mentirnos a uno mismo. Todos tenemos seres queridos a los que intentamos proteger desde la distancia, porque no es posible el acercamiento ni mucho menos el contacto físico.

Y en otro órden de cosas, luego vendrá también la incertidumbre, la pérdida de empleo, las dificultades económicas para muchos. La gente que ya lo estaba pasando mal ve un horizonte muy muy lejano; si ya costaba llegar a fín de mes ahora será peor. Por eso, cuando veo a los políticos en televisión pontificando, llevando la mano al pecho como Julio Iglesias cuando canta, poniendo cara de cordero degollado me pregunto lo siguiente:

¿Cómo es posible que, en el estado actual del país haya todavía quien está debatiendo en algún consejo autonómico el tema de subirse el sueldo los señores diputados?.
¿Se han parado a pensar, tanto el presidente de la nación como los ministros, los diputados, etc. que ellos, a pesar de llenarse la boca con las necesidades que están por llegar, con la pérdida de poder adquisitivo de la población, ellos decía, están a salvo de todo mal?.

Ellos tienen asegurado el pienso, su sueldo, sus prerrogativas, su plan de pensiones y su jubilación. Nosotros, casi todos los demás, tenemos que ganárnoslo durante nuestra vida laboral. Predicar es una cosa y dar trigo otra bien distinta. Nadar y guardar la ropa también viene bien al caso. ¡Vergüenza!. Y todavía esperan que los queramos. Cómo no van a darse puñaladas traperas por la espalda para llegar ahí. Consejos vendo y para mi no tengo.

Y ya está bien, que me sublevo y no es bueno estar encerrado y rabioso.

Mañana más de lo mismo.

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