martes, 24 de marzo de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 9. La condición humana.


Vivo junto a un parque de la ciudad y cada mañana, desde mi ventana observo la ausencia de vida humana en un lugar otrora transitado. Luego, cuando salgo a pasear al perro, una de las pocas licencias que me permito, veo que las palomas, los mirlos se han adueñado del espacio público en ausencia de las personas. Siquiera nos saludamos brevemente los paseantes caninos cuando nos cruzamos, algo inusual porque es común establecer alguna conversación en estos casos. Pero estamos mediatizados y temo que esta actitud perdure cuando todo esto termine.

Porque me da que pensar en el día después, en el momento en que seamos liberados del confinamiento. En saber si nos deshumanizaremos más de lo que ya estábamos y recelaremos de nuestros semejantes, bien por temor a un posible contagio posterior, bien porque hemos perdido la costumbre. A veces hemos visto a una persona tirada en el suelo de la calle, en el banco de un parque, y no nos hemos parado a pensar que podría estar pasándole algo malo. Intuimos, sospechamos que, como poco, si es un hombre estará borracho o drogado. Si se trata de una mujer -caso más raro- parece que nos afecta un poco, pero sólo un poco más. No se porqué. Debe de ser nuestra naturaleza.

¿Qué pasará entonces....?. La gente se endurece y tiende a desentenderse de los demás cuando pasan desgracias y se mira cada vez más al ombligo. Yo tengo ganas, muchas, de abrazar a mis amigos, a mis seres queridos, y no veo el momento de hacerlo. Luego, quizás alguno se muestre reacio a estas muestras de cariño, a la cercanía, al abrazo, al beso. Peor para ellos.

Hoy no quiero entrar mucho en el tema político porque me cansa, me aburre y, sobre todo, me subleva el enterarme que la señora vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, es una afectada del coronavirus y está ingresada recibiendo tratamiento médico, pero he aquí que no está en un hospital sobresaturado no, está creo en la Clínica Ruber, una clínica privada. Porque aunque se les llene la boca con el monotema, no somos iguales -ya lo sospechaba desde que Hacienda nos lo dice hace tiempo-, ni se nos trata igual que, por ejemplo a ella y, sospecho, a Irene Montero, a la esposa de Pedro Sánchez, a su madre y a su suegra.

Probablemente se les hace el test varias veces, mientras que a mí, que pudiera estar contagiado y propagando la enfermedad, a mi no se contempla la posibilidad de realizarlo. Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago. Políticos de mierda.

Y ya está, un simple apunte porque el veneno se me acumula en los colmillos y cuando me muerdo la lengua, cosa que hago a menudo últimamente, sólo me faltaba eso.

Mañana más. Si no cambia la cosa.

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