lunes, 18 de mayo de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 64. La prueba del algodón.



Hoy he pasado por el centro de la ciudad para echar una ojeada a los comercios que abren sus puertas tras dejarnos salir al recreo nuestros sabios y expertos, y la verdad es que lo que más he notado es que hay menos bicis por la calle y más coches, y por supuesto, más gente sentada en las terrazas de los bares, y eso que no eran todavía las 9:30 de la mañana.

Y es que por lo visto había mucha hambre de bar, o al menos mucha sed, según lo visto y claro, había que coger sitio cuanto antes por aquello de la oferta y la demanda. Esperemos que nos se nos vaya de las manos y sea peor el remedio que la enfermedad, porque somos animalitos de costumbres y nos cuesta seguir las normas, máxime después de tanto tiempo.

 Ayer olvidé citar el número de fallecidos, que ascendió a 87 y hoy, aunque he tenido que esperar a la tarde para conocerlo, nos dicen que ha bajado hasta 59. Ojalá estemos en el camino y no sea un espejismo, porque ya dije que realmente sabremos la incidencia de la desescalada en una semana más o menos que será cuando se haya pasado el periodo de contagio con respecto a la primera vez.

Y también hoy he recibido la visita de mis hijas y nietas con gran alegría, por lo que esta entrada será más corta debido, principalmente, a que hemos tenido que prepararnos para comer todos juntos, abrir la mesa y sobre todo recoger luego todos los juguetes que las niñas habrán esparcido por el suelo, que no serán pocos. Pero estaba loco porque llegara este día y poder abrazar a mi familia tras el encierro.

 Mañana volveré a meterme con el des-gobierno y todo lo demás, que hoy no es momento ni me encuentro con ganas para ello. Hoy ha sido una entrada sin mayor trascendencia porque había cosas mucho más importantes que hacer.

 No sabemos el valor que tiene la libertad hasta que la perdemos. Aunque sea por un tiempo. 

No hay comentarios: