Estaba
yo hablando ayer sobre el control policial al que estamos sometidos, como si
fuésemos malos malísimos, y parece ser que el des-gobierno que nos des-gobierna
tiene todavía esa mala impresión acerca de nosotros, porque de otro modo no se
entiende que tenga en mente el señor Pedro Picapiedra prolongar agónicamente el
estado de alarma.
Y
digo yo, o al menos así lo entiendo, que el estado de alarma se dictó en un
momento en que las condiciones sanitarias del estado no podían absorber la
ingente cantidad de personas que estaban contagiadas y necesitaban
urgente tratamiento en las UCIs. Superado el problema y la en la situación
actual que parece estar más controlada, no tiene sentido continuar con tantas
restricciones.
De
la manera que está diseñada la fase de la desescalada, es decir, asignando un
tramo horario para cada tipología de personas no veo yo la forma de evitar
contagios, porque la población sale a la calle en grupos ordenados por edades
así que vamos a suponer que, a primera hora un deportista o paseante pudiera
contagiarse.
Cuando
llegue a su casa se lo transmitirá a su padre, si es que convive con él y a su
propio hijo que también vive en la misma casa. Ahora sale el abuelo y se
convierte a su vez en un foco probable de infección, y luego el nieto, en su
tramo horario vuelve a estar expuesto a la infección y a la transmisión.
Y
así sucesivamente día tras día. ¿No sería mejor entonces dejar salir a las
personas cuando lo deseen?. Así creo que no se produciría tanta aglomeración de
gente como se está produciendo ahora en las horas puntas, que son todas, y el
que se tenga que contagiar que se contagie, y el que no pues no. De ese modo, y
haciendo test masivos se podría contabilizar -que hace falta- el número de personas
infectadas y a los transmisores, pudiendo atacar de raíz el problema.
En
definitiva, desconozco lo que harán en adelante pero me da mala espina porque,
con tal de mantenerse en el poder nos las están haciendo pasar putas. ¡Qué
lástima no haber tenido yo razón cuando al principio de todo pensaba que esto
del coronavirus no era mucho más importante que la gripe anual que todos
padecemos cada año!.
De
haber sido así, con cuatro paracetamoles y unos cuantos pañuelos llenos de
mocos habíamos salido del paso.
Qué
penita más grande tengo.
P.D- Pero
de lo que prometí hablar ayer es de los payasos de la tele, en particular del
ministro de Sanidad Salvador Illa y del director del Centro de Coordinación de
Alertas y Emergencias Sanitarias Fernando Simón, más alguno más que, a buen
seguro caería, pero que, con el fin de no hacer muy largo esto, merece una
entrada exclusiva que publicaré como si fuera el dominical del diario.
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