martes, 5 de mayo de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 51. ¿Hasta cuándo....?



Estaba yo hablando ayer sobre el control policial al que estamos sometidos, como si fuésemos malos malísimos, y parece ser que el des-gobierno que nos des-gobierna tiene todavía esa mala impresión acerca de nosotros, porque de otro modo no se entiende que tenga en mente el señor Pedro Picapiedra prolongar agónicamente el estado de alarma.

 Y digo yo, o al menos así lo entiendo, que el estado de alarma se dictó en un momento en que las condiciones sanitarias del estado no podían absorber la ingente cantidad de personas que estaban contagiadas  y necesitaban urgente tratamiento en las UCIs. Superado el problema y la en la situación actual que parece estar más controlada, no tiene sentido continuar con tantas restricciones.

 De la manera que está diseñada la fase de la desescalada, es decir, asignando un tramo horario para cada tipología de personas no veo yo la forma de evitar contagios, porque la población sale a la calle en grupos ordenados por edades así que vamos a suponer que, a primera hora un deportista o paseante pudiera contagiarse. 

Cuando llegue a su casa se lo transmitirá a su padre, si es que convive con él y a su propio hijo que también vive en la misma casa. Ahora sale el abuelo y se convierte a su vez en un foco probable de infección, y luego el nieto, en su tramo horario vuelve a estar expuesto a la infección y a la transmisión. 

 Y así sucesivamente día tras día. ¿No sería mejor entonces dejar salir a las personas cuando lo deseen?. Así creo que no se produciría tanta aglomeración de gente como se está produciendo ahora en las horas puntas, que son todas, y el que se tenga que contagiar que se contagie, y el que no pues no. De ese modo, y haciendo test masivos se podría contabilizar -que hace falta- el número de personas infectadas y a los transmisores, pudiendo atacar de raíz el problema.

Siguiendo con el tema, gente más sesuda que yo propone revocar el estado de alarma y emplear algo que parece ser más adecuado y menos lesivo contra nuestros derechos y libertades que se contempla en nuestras leyes. Me refiero a una ley de la que se oye hablar que trata sobre emergencias sanitarias. Pero eso conllevaría una pérdida del poder absoluto de los Picapiedra, y no podrían gobernar por decreto, que le están cogiendo gusto.
 
 En definitiva, desconozco lo que harán en adelante pero me da mala espina porque, con tal de mantenerse en el poder nos las están haciendo pasar putas.  ¡Qué lástima no haber tenido yo razón cuando al principio de todo pensaba que esto del coronavirus no era mucho más importante que la gripe anual que todos padecemos cada año!.

 De haber sido así, con cuatro paracetamoles y unos cuantos pañuelos llenos de mocos habíamos salido del paso.

 Qué penita más grande tengo. 

P.D- Pero de lo que prometí hablar ayer es de los payasos de la tele, en particular del ministro de Sanidad Salvador Illa y del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias Fernando Simón, más alguno más que, a buen seguro caería, pero que, con el fin de no hacer muy largo esto, merece una entrada exclusiva que publicaré como si fuera el dominical del diario.


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