domingo, 3 de mayo de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 49. El agravio comparativo.



 
La foto que abre esta entrada está extraída de uno de tantos periódicos en los que se daba cuenta de la incidencia en cuanto a la primera salida de prisioneros por el COVID-19, y resulta curioso que tanto policías, como sabios, expertos y demás componentes del des-gobierno se lleven las manos a la cabeza.

Vamos a ver: por poner un ejemplo lo compararé con los toros, pero es más, pondré otro ejemplo para que no me llamen asesino. En el día y a la hora de la corrida el toro, que como mínimo llevará cuatro horas encerrado en un chiquero, ve como se abre una puerta y a través de ella entra la luz. ¿Qué hace entonces?. Pues sale como una exhalación queriendo arrasar con todo buscando la libertad.

En el otro ejemplo hay que situarse en el pasillo de una escuela cuando suena la sirena para que los niños salgan al recreo. No me gustaría nada que me pillara en medio, y mucho menos en una escalera. Creo que estos ejemplos justifican lo que pasó ayer, añadiendo que, además de ser el primer permiso era fiesta, que también ayuda.

Pero como el título de la entrada habla de otra cosa, me pongo a ello inmediatamente. Me refiero a las imágenes vistas en televisión en las que varios surferos acudían a las playas para practicar su deporte favorito ateniéndose a las contradictorias normas decretadas según el B.O.E. de 1 de Mayo de 2020, que dice lo siguiente:

Artículo 2. Desplazamientos permitidos para la práctica de actividad física.
2. A los efectos de lo previsto en esta orden, queda permitida la práctica no profesional de cualquier deporte individual que no requiera contacto con terceros, así como los paseos. Dichas actividades se podrán realizar una vez al día y durante las franjas horarias previstas en el artículo 5.
 
Por lo tanto resulta que se puede practicar el surf en la fase 0 a pesar de que hasta la fase 3 no se abrirán las playas.
Y sigo: ¿Todos los surfistas viven a menos de un kilómetro de la playa?, en cuyo caso pueden desplazarse desde su domicilio hasta ella una sola vez al día sin coger (que está prohibido) ningún medio de transporte, ni urbano ni particular.

O, por el contrario (y me parece lo más probable) es más lógico pensar que no es así, y que exige una distancia mayor, con lo cual tengo gran interés en saber la maniobra que se adopta para ello, porque no me imagino al deportista (no profesional, por supuesto) con la tabla bajo el brazo o sobre la cabeza y corriendo (sin detenerse, que tampoco está permitido), cruzar la arena y entrar en el agua. Y eso si viene desde casa con el neopreno puesto, que siempre ayuda.

Me lo expliquen como si fuera un niño de dos años. 

Y mientras tanto yo no puedo ir a la playa, ni corriendo ni paseando, porque seguramente soy un foco de contagio tremendo dentro y fuera del agua; además de serlo también durante el trayecto. ¿No es más fácil contagiarse en una peluquería, por ejemplo?. ¿En qué cabeza cabe este despropósito?.

Voy a ir hoy a ver a mi madre después de más de cincuenta días en los que no he querido hacerlo, porque es muy mayor, y voy hoy porque es el Día de la Madre. Después de tanto tiempo quedaremos en el patio de la finca y nos veremos a través del cristal de la puerta, ella dentro y yo fuera, para no contagiarnos ni el uno ni el otro, porque los sabioexpertos no se deciden de una puñetera vez a hacer test masivos a los ciudadanos para saber si estamos o no contagiados.

Ahora a esperar pero no tengo duda de que a partir de mañana van a empezar a decir “donde dije digo digo Diego”, que es el estándar de actuación de nuestros dirigentes, y a confiar cruzando los dedos de las manos y de los pies para que, cuando entremos en la fase 2, los payasos de la tele salgan y tras preguntar: ¿Cómo están usteeeeeedes…..?, nosotros, hasta las pelotas de tanto esperar digamos: ¡¡¡Bieeeeen!!!.

Y entonces cambiaremos la canción Resistiré (que ya huele) por Libre.

Hoy ha sido como la sublevación del dos de Mayo de 1808, pero en plan descafeinado, con sacarina y leche desnatada. 

Total, una mierda pinchà en un palo.

P.D.- Con todas las reservas, porque no hay que olvidar que es fín de semana y los que cuentan son monos amaestrados, hoy sólo (con perdón)  han habido 164 víctimas.



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