Hoy
retomo el trabajo después de las primeras vacaciones tras más de dos meses de
reclusión obligada, y tengo excusa por no haber publicado nada en los últimos
tres días. Hasta Dios descansó, según se dice, el séptimo día tras haber estado
haciendo esto que llamamos mundo, así que yo me he aplicado la norma, añadiendo
de regalo dos días más, uno el viernes cumpliendo con el precepto de los
musulmanes y también el sábado por el Sabbat judío. De ese modo no se cabrea
ninguno.
Durante
estos días he estado desconectado totalmente de las noticias, tanto de prensa
como de televisión, con lo cual estoy desinformado, aunque no pasa nada, porque
como solamente se habla y es noticiable el coronavirus pues no me pierdo mucho.
Lo único reseñable es el conocer el número de víctimas que dio el jueves pasado
la Generalitat de Cataluña, que parece ser era de 635 más o menos.
Y
eso me hace pensar que cada día el des-gobierno nos miente como bellacos en
proporciones mayúsculas, porque cómo se explica que cada día al dar el recuento
no digan nada y el jueves cuentan que hubo 48 muertos sin contar con los datos
de Cataluña. ¿Qué pasa entonces con los 635, los prorrateamos entre cuantos
días o los añadimos al último? Es demencial.
Por
otra parte sí que he podido ver hoy mismo como se comporta la gente en las
terrazas de los bares. Parece ser que tenían tanta sed atrasada que están
llenas las mesas, sin guardar las medidas de distanciamiento ni nada que se le
parezca. Ya veremos si no somos castigados por nuestra desobediencia.
Y
ahora a esperar para ver cuando pasamos de fase y podemos tener un poquito más
de vidilla, que nos hace falta, al menos a mí.
Y
mañana más. Besitos.
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