viernes, 1 de mayo de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 47. El paseo.






A mí me pinchan ahora mismo para hacerme un análisis de sangre y es que no echo ni gota tras haber leído las instrucciones para la fase 0 del desconfinamiento o desescalada. Aunque yo más bien lo llamaría "descabalada", por aquello de estar o no en sus cabales. No sé si me entienden. Es que lo flipo, como dicen los modernos.

 Eso es lo que han decidido, de momento, los "sabios" más los "expertos" reunidos, que no sé yo si alguno compartirá sitio en ambos puestos o, por el contrario, estará catalogado únicamente en uno de ellos. Así pues, con vistas a la apertura del sábado, y según mi situación actual, voy a intentar organizarme de la siguiente manera.

 De 06 a 10 horas: Me levantaré sobre las 7:30 para asearme, desayunar, bajar al perro a que haga pis y entonces dispondré de dos horas más o menos para o bien pasear (máximo 1 Km), correr (poco, que me canso) o ir un rato en bicicleta (sin límite de kilómetros).

 De 10 a 12 horas: Como mi madre, a la que no veo desde que empezó todo esto, porque no se aclara con el teléfono móvil, decía que, como mi madre tiene 89 años puedo ir a acompañarla para que de un corto paseo en este tramo, aunque creo que le va a venir un poco justo, porque suele levantarse más tarde de las 10. Pero en cambio puedo también acompañar a mi hermano, que es dependiente en segundo grado y también entra en este grupo.

 A partir de las 12 volveré a sacar a mi perro para que haga sus cositas. Sí, me explico para no herir susceptibilidades: En la "antigua normalidad" mi perro salía cuatro veces al día; a saber: sobre las 7:30, luego a las 12:00, por la tarde a las 18:00 y finalmente por la noche a las 11:00. Puede parecer que me paso poniendo las horas tan exactas, pero es que es verdad, porque el animalito debe de tener un reloj biológico que cambia también cuando se cambia la hora dos veces al año, y si se hace la hora ya lo tengo frente a mí lloriqueando y mirándome con cara de pena.

 Luego a comer y a echar una siestecita; costumbre esta que no sufre modificación al pasar de la "antigua" a la "nueva normalidad". Afortunadamente no está todo perdido. 

 Entre unas cosas y otras, una vez terminado el paseo de mascota de las 18:00 ya estamos casi en las 19:00, hora en la que puedo volver a visitar a mi madre y mi hermano por si quieren volver a salir. Todavía dispondré de la franja horaria entre las 20:00 y las 23:00 para poder volver a salir de paseo o hacer deporte, siempre que no hayan controlado policialmente mi escapada matutina. 

Y luego a dormir, que tampoco hay que abusar.


En definitiva, que entre unas cosas y otras me puedo tirar todo el día en la calle sin que me llamen la atención, siempre que sea cauteloso en la primera y la última salida por si me reconoce la autoridad competente. Ya lo sé, como estoy bastante calvo me pondré una peluca para pasar desapercibido.

 A Carrillo parece que le funcionó.


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