miércoles, 20 de mayo de 2020

MI CUARENTENA (Cuaderno de bitácora). Día 66. Hasta el mejor escribano echa un borrón.

 
Hoy me ha pillado el toro porque he tenido el día un poco más ajetreado o porque he sido más perezoso que de costumbre. Esto del encierro nos cambia a todos, pero más bien para mal. De cualquier forma me pongo a ello cuando son las 21:40, hora intempestiva donde las haya para ponerse a escribir la entrada del día. Pero sólo tengo dos lectores, que yo sepa, y uno de ellos ya me ha reclamado su dosis diaria. Va por él, como en los toros.

 Ayer hubo 83 víctimas y hoy ha vuelto a subir creo hasta los 95, aunque no lo puedo afirmar totalmente porque no lo he visto bien; hablo por boca de ganso. Siguen siendo muchos y me temo que serán más conforme pasen los días por el desmadre que impera en las calles. La gente no aprende y pasa de todo -bueno de casi todo, porque del bar no pasa- y no se respetan las normas mínimas. Mirad que nos van a volver a castigar y nos va a doler mucho más que antes.

 Algunos políticos, pobrecitos míos, están tristes y ojerosos, asustados, temerosos, porque unos malotes están yendo cerca de sus casas a decirles que no los quieren, que están hartos de tantas mentiras y de no tener -algunos- donde caerse muertos mientras que ellos están ni siquiera yendo al Congreso a "trabajar" y llevándose lo crudo. Total van y gritan varias consignas, que tampoco es para tanto, teniendo en cuenta que esta situación es para que todos estuviésemos en las calles en manifestaciones multitudinarias; así que no se quejen porque les griten desde la calle.

 Pero el Coletas, el amante del pueblo, el redentor, el Mesías esperado, ese les ha ido llorando a la Guardia Civil, sí, a esos que denigra día a día, a esos que no quiere ver en las calles -menos en la suya- ha ido con los ojos llenos de lágrimas para que por favor no deje acercarse a la chusma, a esa chusma de la que parecía tan amiguito cuando las asambleas de la Puerta del Sol, cuando era un mierda (todavía lo es) y gritaba contra los que ahora son sus compis de estrado y asiento.

 Y por si faltaba algo ahora, dos meses después, nos obligan a llevar mascarilla hasta para ir a cagar, si no podemos mantener la distancia desde nuestro culo a la taza del váter. Para mí que después de haber comprado mascarillas a tutiplén ahora les sobran unas cuantas y han pensado: "vamos a hacer que los gilipollas estos las paguen y así nos quitamos de encima el excedente". Me cago en su p... madre. Eso antes, cuando estábamos a tope de muertes y contagios. Pero no, hoy Don Simón dice que no se obligó su uso porque no había suficientes.

 Hoy he ido a comprar unas zapatillas deportivas y no me han dejado entrar en la tienda, ni tampoco en un almacén de construcción ni en el Bauhaus. Ahora tienes que ir con la lección aprendida, es decir, eliges en la web lo que quieres, anotas modelo  y marca y luego vas allí y lo pides. De lo contario nasti di plasti. Da asquito hasta eso, Y ya veremos en qué queda todo al final.

 Ale nenes, ya tenéis algo para rumiar. Mañana más, que ahora voy a continuar idiotizándome con una ración de tele.
Así duermo tranquilo, sabiendo que nuestro querido des-gobierno vela día y noche por todos nosotros. 

Así los parta un rayo.

 

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