Aquí estoy en un ay como el novio en
la puerta de la iglesia o el soldado esperando que le den la cartilla de la
mili para volver a casa, sólo que lo que espero es saber en qué condiciones
podré salir el sábado a que me dé el aire. Y eso es una cosa que está en mano
de Los payasos de la tele en su
comparecencia diaria, si es que consiguen ponerse de acuerdo, algo que, hasta
el momento, no hay forma.
Mientras tanto me entero de que las
autoridades valencianas, en particular el señor alcalde ha decidido por su
cuenta que podemos ir a las playas desde ya, desoyendo las órdenes impartidas
por el des-gobierno. Así que esto es como lo de la Parrala, y no hay un dios
que se entere. La cuestión es hacer el capullo todo lo que se pueda y más,
engañando a la gente para que se estrelle luego con los propios policías
municipales del señor Ribó.
Vivir para ver. Al final me voy a
tener que descargar el B.O.E. última edición cada día para ver lo que puedo y
no puedo hacer; no la vayamos a cagar, que sólo faltaba eso, encima de estar
encerrado como un loro que luego me crujan con una multa mínima de 601 euracos.
Cada día me sorprenden más estos gilipollas que tenemos llevándoselo crudo
mientras los demás estamos pasando -y lo que viene detrás- las de San Amaro.
El día de ayer registró la cifra
de bajas en 268 fallecidos, que siguen siendo muchos, sobre todo para el que le
toca directamente, porque se tiende a desdramatizar tanto que nos olvidamos de
que son personas, que pueden ser de nuestra familia cualquier día. Sigo
pensando en que hay que tomar medidas para llegar a la "nueva normalidad" con la cabeza fría y sin prisas. Ya
veremos lo que pasa dentro de catorce días desde la salida de los niños.
Por otra parte tengo un tema que
tiene guasa. Conozco a una persona (ya creía que iba a pasar la pandemia sin
conocer un caso) que se estaba sintiendo mal desde hacía días con los síntomas
del bicho, y llamó al número habilitado para ello. Le hicieron las preguntas
pertinentes y resolvieron que sí, que estaba infectada. Y ahora viene lo bueno:
le dijeron que se encerrara en casa en una habitación para ella sola y con un
baño también exclusivo durante catorce días.
Yo para mí que se confundieron
pensando que todos tenemos un casoplón como el de Pablo Picapiedra, alias el
Coletas.
La casa en cuestión tiene únicamente
un baño, y son un matrimonio con dos niños menores de cuatro y un año
respectivamente. Como no se lleve un orinal a la habitación no veo la forma. Y
en cuanto a la asistencia sanitaria le dijeron que la llamarían por teléfono.
La enferma empeoraba, se sentía con mayor dificultad para respirar y tenía
fiebre que no bajaba, pero hasta dos días después no la llamaron, y total para
decirle lo de los catorce días. ¡Hay que joderse!.
Seamos serios, por favor, que ya
somos mayorcitos y queda feo hacer el gilipollas un día tras otro. Vamos a
hacer test mayoritarios para descartar afectados, para tener constancia de los
que están sanos y los que no lo están porque, mientras tanto, somos
susceptibles tanto de contagiar como de ser contagiados sin saberlo. Y así mal
podemos luchar.
Yo hace tiempo que no aplaudo a
nada ni a nadie, porque no sirve de nada y al des-gobierno se le llena la boca
con ello, cuando lo que les tenía que llenar su bocaza son los miles de
víctimas habidas y por haber por culpa de su inoperancia.
Pero ellos siguen chupando de la
mamelleta hasta que se seque. Ni hay ERTE para ellos ni bajan el número de
chupópteros que están tocándose los güevos.
A dos manos.